sábado, 24 de abril de 2010

... SANDRO CORDERO (Octubre 2009)



“¡Por fin haces teatro de verdad!” Ésa fue la exclamación del padre de nuestro entrevistado al conocer que sería Calígula. Uno de los grandes personajes del teatro. Uno de los grandes textos que se hayan escrito... Uno de los grandes retos, sin duda, si recordamos a José María Rodero. Sandro Cordero es un magnífico Calígula, incomprendido, idealista frustrado, poderoso y quizá tirano... Un personaje rico, que sufre y del que el joven actor pretende que sintamos compasión, algo que consigue sin duda. Hemos hablado con Sandro Cordero, tras su actuación en el Teatro Auditorio Federico García Lorca de Getafe, dentro de la programación del Festival Internacional Madrid Sur:

Pregunta: ¿Cuáles son las fronteras de la libertad?


Sandro Cordero: Si te contesto desde “Sandro” sería políticamente correcto y te diría que la libertad de uno acaba donde empieza la del otro, que es lo que todos pensamos, aunque es una respuesta que no dice nada... sin embargo quedas muy bien... Desde el punto de vista de Calígula, la libertad no tiene fronteras, sobre todo la suya... Lo que tiene Calígula de diferente al resto de nosotros, es que tiene el poder absoluto; que hoy en día también tenemos que hacer un ejercicio para saber qué era eso, porque no se trata de un presidente del gobierno, es un emperador que dice “tú mueres” y no necesita justificación ninguna, ojalá nunca nos pase, pero quizá si nos viésemos con ese poder tan absoluto, creo que nos sorprenderíamos a nosotros mismos, de lo anchas que se volverían nuestras libertades... Yo creo que la libertad de Calígula es absoluta, como él dice “es el único hombre realmente libre, sin ninguna atadura en todo el Imperio Romano” y decide llevar esa libertad y esa lógica hasta el final, buscando un camino que al final reconoce erróneo, pero él lo intenta... por medio del ejercicio de la libertad máxima personal... intenta buscar soluciones o respuestas a las preguntas que no se plantea él solo, nos las planteamos todos porque nos fuerza a ello la sociedad, la vida... quiénes somos, a dónde vamos y de dónde venimos... él intenta encontrar la respuesta, no la encuentra, evidentemente... y al final de la función se da cuenta de que su libertad no es la buena. La palabra libertad, encierra muchas prisiones...

Pregunta: ¿Has dicho que la palabra libertad encierra muchas prisiones?


Sandro Cordero: Sí... ya hablo desde mí, se dice cuanto más libertad buscamos parece que más barreras encontramos para poder ejercer esa misma libertad... en nombre del ejercicio de la libertad no hacemos más que poner barreras, trabas... pero todo para salvaguardar la libertad... no sé, es un contrasentido... es como hacer la guerra para obtener la paz... es el mismo contrasentido... hago leyes, hago límites para poder ser libre... no sé si ése es el camino...

Pregunta: Tal vez el miedo sea la barrera más alta para ejercer la libertad...


Sandro Cordero: Totalmente. Creo que el miedo interesa mucho... a nivel mundial es muy interesante... George Bus ha alimentado todo su mandato del miedo, a partir del miedo ha hecho todo lo que ha querido, ha ejercido su libertad absoluta, jugando con el miedo de los demás... el miedo al otro, a lo desconocido... el otro día leía en El País Semanal un reportaje sobre el resurgimiento del fascismo en Italia... eso es escalofriante, es sobrecogedor y todo parte del miedo al que es diferente a mí... no sólo al color de su piel, sino al que piensa diferente a mí... le tengo miedo... los fascismos, los nacionalismos, todos los “ismos” en general... se sustentan en el miedo... el miedo a lo desconocido... el miedo a abrazar algo que no es de tu cultura, que no es lo tuyo... entonces el miedo hace que en lugar de intentar abrir tus horizontes, expandir tus conocimientos te cierres, te cierres completamente y pienses “lo mío es lo mejor y el resto no vale”... y evidentemente un estado de miedo te permite, le permite a Calígula en este caso, ir mucho más allá... hasta que unos cuantos no dejan de tenerle miedo o su rabia o impotencia o su deseo de venganza es más grande que su miedo... no acaban con Calígula... mientras el miedo sigue siendo el primer sentimiento, el que gana, los que se aprovechan de ese miedo seguirán haciendo lo que quieran...

Pregunta: Has comentado que uno de los grandes retos de interpretar a Calígula era provocar en el espectador el sentimiento de compasión hacia el emperador... yo creo que lo has conseguido, porque uno de los pensamientos que rápidamente te vienen a la mente es que Calígula es un idealista y si a pequeña escala ese idealismo frustrado te puede provocar cierto resentimiento, cierta rabia, cierto negativismo... qué no podría provocar en ti si tuvieses un poco de poder o el poder de Calígula...

Sandro Cordero: Me alegro!! (risas) Lo dice Calígula “de qué me sirve este asombroso poder si no me sirve para cambiar el orden de las cosas. De qué me sirve todo esto si no puedo cambiar lo que realmente importa”... yo creo que, lo has dicho, Calígula es un idealista... Calígula por encima de todo sufre mucho... lo que ocurre es que elige el camino... digamos... un poco arriesgado, entonces, sufre mucho pero claro, todos los que están a su alrededor sufren mucho más... por eso, no pido que se justifique a Calígula, yo no lo justifico, pero sí pido que se le comprenda... por qué elige ese camino... claro que es un idealista... se le muere Bruxila, la mujer a la que amaba... Yo creo que en Calígula hay dos brechas que le llevan a romperse por dentro, la primera es ésa, la muerte de su amada que le hace plantearse de qué sirve el amor... qué hace con todo ese amor... de qué le sirve... El amor no sirve, realmente... y llegar a convencerse de ello es realmente duro... llegar a estar convencido de que el amor no sirve para nada, realmente te tienes que romper mucho por dentro para llegar a esa conclusión... y luego, fíjate, aún creo (lo que ocurre es que si esto ocurriese no tendríamos obra de teatro) que si cuando Calígula vuelve y le dicen “estamos preocupados por ti, qué te ocurre”... yo creo que aún podría haber salvación para Calígula... pero claro, imagínate, se me muere la persona que más amo, dejo mi trabajo, voy al entierro, a los tres días vuelvo y lo primero que me dicen mis compañeros de trabajo es “Ostras, menos mal que has vuelto, es que hay que firmar unos cheques”... ya entonces... no sirve nada... de qué estoy rodeado, para qué trabajamos, a qué servimos todos, ¿al tesoro público?... vale, entonces, vale... Este es el rompimiento final de Calígula... él dice entonces, ¿jugamos a esto? Pues vamos a jugar con todas las consecuencias... Si el tesoro público tiene importancia, la vida humana no la tiene... está claro... Calígula es un idealista y por encima de todo sufre mucho y evidentemente quiere encontrar sentido no sólo a la vida en general, sino el sentido de la sociedad tal y como está montada... ¿tiene sentido esto que hemos montado? Y él ve que no... entonces, intenta darle la vuelta a todo... a ver qué pasa... y evidentemente lo único que pasa es que... en fin... Calígula no está loco, pero en el camino se llega a emborrachar un poco de su propia locura... con actos de loco... pero él no está loco... El camino de la sangre acaba emborrachando de sangre...

Pregunta: Comentas que Calígula no está loco aunque sus actos son de loco... quizá porque no tienen una justificación, un razonamiento lógico... Yo diría al hilo que quizá quienes le rodean son más o menos igual que él y quieren lo mismo pero amparados por esos razonamientos lógicos...


Sandro Cordero: Yo diría aún más... ¡Muchos son peores! Son bastante más cínicos... Calígula lo que hace es decir “voy a dejar de ser hipócrita”... lo que ocurre es que lo tiene muy fácil porque tiene el poder absoluto, es el emperador... si un senador cualquiera hace eso, le cortan la cabeza al día siguiente... él sabe que no, hombre, sabe cuál va a ser el final... irremediablemente esto va a acabar... bueno, pero será más adelante... Lo que ocurre, es que creo que a los demás les conviene pensar que Calígula está loco... es mucho más fácil de explicar todo, no te hace pensar, dices “Bah, está loco”... Calígula en el fondo, lo ha dicho la iglesia, hace poco... “los relativistas son muy peligrosos”... hay que huir del relativismo...

Pregunta: Claro, te hace dudar...

Sandro Cordero: Claro, hay buenos y malos, hay cielo e infierno, todo es blanco y negro... y Calígula dice “No, aquí no hay buenos ni malos, qué es bueno y qué es malo”... entonces, es más fácil pensar así... pero Calígula dice “es mentira todo, voy a dar la vuelta a las cosas... yo quiero confundir fealdad y belleza... soy un relativista moral, absoluto...” entonces, la sociedad bienpensante al relativismo le teme bastante... necesitan que una cosa sea buena y otra cosa sea mala... que algo sea feo y que algo sea bonito... sino... la sociedad se va al garete, según ellos...

Pregunta: ¿Tú crees que quienes dicen eso, lo creen verdaderamente?

Sandro Cordero: Puf... quiero pensar que sí... porque si no... ya sería de un maquiavelismo absoluto... quiero pensar que evidentemente quienes nos dicen que esto es bueno y esto es malo, ellos mismos lo creen a ciencia cierta...

Pregunta: Aún así... no te veo muy seguro...

Sandro Cordero: No lo puedo asegurar ¿cómo puedo hacerlo?... si yo mismo lo dudo... evidentemente, no soy Calígula... Pero como dice Quereas “hay acciones mejores que otras”... El pensamiento de Quereas me gusta mucho... quizá sea, de los adversarios de Calígula, el único que no es cínico... en la conversación que tienen cara a cara, Quereas le dice “Yo no creo en algo superior, simplemente creo que hay acciones mejores que otras... yo también deseo a la mujer del vecino, también deseo los bienes del otro, pero entonces para ser lógico tendría que violar y robar y matar... y no podríamos vivir así en el mundo...” realmente es bonito lo que dice... No podemos ser lógicos, como quiere ser Calígula, porque si todos hiciéramos lo mismo, no podríamos vivir juntos... Calígula te plantea las dos caras... yo creo en el fondo que nadie inteligente se puede creer que una cosa es buena y la otra es mala, así a secas... simplemente necesitas que eso sea mínimamente así para poder convivir con los demás... no sé, me ha salido así, me lo acabo de plantear... pero quizá sea eso, no es que nos engañemos, sino que lo necesitamos... sino hacemos que sea así... no sacamos esto adelante...

Pregunta: Una de las cosas que me han parecido más sugerentes del montaje es el final. Cuando matan a Calígula, sus asesinos se alejan de forma silenciosa y lentamente... como para no dejar huella... como para borrar su acción...

Sandro Cordero: No sé... porque no les veo... todavía no he visto un vídeo de la función y como estoy muerto... yo oigo que tiran las baquetas, los cuchillos... pero no sé qué pasa...

Pregunta: Es que tengo la sensación de que al día siguiente nadie va a saber nada... y nadie va a haber “matado” al emperador...

Sandro Cordero: Quizá es que no hay nada más que hacer, ya...

Pregunta: ¿Qué se siente cuando por fin se hace teatro de verdad, como creo que alguien te ha dicho?


Sandro Cordero: (risas) Ha sido mi padre... me sorprendió en su momento y cuando se lo dije, él respondió “Hombre por fin vas a hacer teatro de verdad!” y yo le dije... ¡Papá, hombreee!”... habíamos hecho El Quijote, Galileo... bueno, pero es cierto que Calígula... hay toda una generación (mi padre es muy aficionado al teatro, a raíz de Estudio Uno) y Calígula con Rodero... es uno de los textos más grandes... Pues uno se siente fenomenal... es un placer enorme, hacer este tipo de personajes... y creo además que es una suerte, para empezar tengo una suerte grandísima de poder hacer este personaje, porque es cierto, yo se lo dije a Santiago, en su momento, que actores como yo, no tenemos oportunidad de hacer estos personajes... yo no tengo un nombre comercial, a mí se me conoce en el ámbito teatral, pero comercialmente no... entonces, estos textos los montan siempre grandes compañías como el CDN... y evidentemente el CDN a Sandro Cordero no le van a dar el papel... entonces, que Imprebis monte un Calígula me parece ya una quijotada, y luego que se lo dé a Sandro Cordero... me parece una valentía... es una apuesta por el teatro puro y duro... no por lo comercial... entonces, primero la suerte que tengo de conocer a Santiago y de que él confíe en mí... y luego evidentemente tener entre las manos este texto... te da mucho juego... sobre todo interpretar a Calígula... es que no hay... lo que hablábamos antes, no hay blanco y negro... pasas de una emoción a otra en dos segundos... y eso para un actor es muy interesante... no hay una emoción pura nunca... es siempre una mezcla de desazón interior y felicidad al lado de la tristeza... es un cacao muy hermoso para interpretar... luego tienes que sacudírtelo un poco todo cuando acabas...

Pregunta: Es complicado, supongo...

Sandro Cordero: Bueno, respiras unas cuantas veces... y ya está... hombre llevamos sólo siete funciones, aunque ha habido ensayos duros... ha habido ensayos de llegar a casa con Calígula encima todavía... pero bueno... ahora en las funciones... pero es que encima mueres... que es un placer, pero te están matando... la escena final es para mí un desahogo tan grande... Mira, en los ensayos se me quedaba encima Calígula, no es tanto que se te quede como que tú te quedes vacío... porque en la escena final, cuando estoy yo solo, soltando por esa boca y sudando... cuando me matan y acaba la función, me digo “no me queda ya nada más”... y entonces es como decir a Calígula no le queda nada más pero a Sandro sí...

Pregunta: Has comentado algunas cosas que considero interesantes, una de ellas es la barrera que tenéis que atravesar los actores que no sois excesivamente mediáticos... Ésta es quizá una asignatura pendiente de nuestro teatro... junto a la “quijotada” de que una compañía privada y no excesivamente grande monte un “Calígula”...


Sandro Cordero: Sí, sobre todo la palabra creo que es “valiente”... porque estamos en una época en la que hacer teatro no es fácil, aunque nunca es fácil... Pero es cierto que ahora en estos tiempos es más difícil todavía y tristemente el teatro no trasciende al público como lo hace la televisión... entonces, creo que el error sería que el teatro se alimentase de la televisión, no sólo en nombres que no tiene nada que ver, que luego seguramente hay intérpretes fantásticos trabajando en televisión, como si a mí mañana me ofrecen un papel... no tiene nada que ver, eres actor de televisión, teatro y cine... pero se nutre de televisión no sólo a nivel de nombres, sino a nivel de formato... y se excusa en que hoy el lenguaje es más rápido y tal... pero bueno, el teatro es otro lenguaje... y entonces, hay montajes en los que bueno... por ejemplo, el boom de los musicales... también... ¿a qué responde? Yo creo que responde un poco a esto... montajes que buscan la inmediatez... el lenguaje más audiovisual... no sé si esto es bueno o no... yo creo que el teatro tiene su propio lenguaje, su propia guerra... y es la que tiene que luchar... y no tendría por qué ser una guerra... la tele es la tele, el cine es el cine y el teatro es el teatro... pero bueno... si es cierto que hoy por hoy en la política cultural del país, si no sales en la televisión no eres nadie, no existes... y hombre, no sé...

Pregunta: Es injusto, cuando menos...

Sandro Cordero: Claro, pero ojo, la culpa no es de la tele ¿eh? La tele está muy bien y las series que se hacen en España están muy bien, hay algunas muy buenas y se disfruta mucho viéndolas... y están trabajando grandes profesionales... no es una chapuza, hay un rigor en el hacer de la televisión ahora mismo que hace años no había... simplemente, ¿por qué ese apoyo que está teniendo la televisión no va dirigido también al teatro?... No le echo la culpa a la televisión... pero quizá también el teatro necesite de una política cultural un poco más encaminada hacia lo teatral...

Pregunta: O quizá también falte la valentía de la que hablabas antes...

Sandro Cordero: Sí, evidentemente aquí nadie arriesga... todo el mundo quiere ir sobre seguro y es comprensible y normal ¿eh? Tampoco es criticable, simplemente yo lo que alabo a Santiago es que apueste por un montaje de tal calibre y eso que hacer el Quijote ya fue una “quijotada” en su momento y ahora Calígula, en este momento en el que nadie se atreve a hacer una función con más de tres personajes... nadie, me refiero compañías privadas, como Imprebís... también la contrapartida es ésa, quizá sea el momento... porque el año que viene, la única compañía que pondrá doce actores en escena seremos nosotros... también dicen que en tiempos de crisis surgen las grandes ideas... cuando los que se arriesgan triunfan... cuando nadie más lo hace... Espero que sea éste el caso...

Pregunta: Quién se arriesga... quién no pierde la esperanza... algo que sí le ocurre a Calígula...


Sandro Cordero: Bueno, quizá se enfoque desde otro punto de vista, el de porqué haces lo que haces... ya no digo teatro... cualquier tipo de arte... pintura, escultura... se supone que haces esto porque tienes una necesidad de expresar algo y el camino que encuentras para hacerlo es el teatro o un cuadro o una escultura... mientras eso siga vivo y yo creo que imprebís lo tiene vivo, mientras tengas viva la necesidad de contar algo... vamos bien... porque eso será independiente a los conflictos exteriores, si poco a poco la balanza se va inclinando y ya pesa más el hecho de tener que pagar un alquiler, unas facturas, las subvenciones... ya vamos mal... ya estás traicionando la esencia del porqué haces esto... luego evidentemente, es fácil hablar... seguramente que surgirán los aplazamientos, los atajos... pero al fin y al cabo la llama ha de ser ésa, “¿qué necesito contar?”... no sólo para el actor, sino para el artista... la base tiene que ser ésa...

Pregunta: ¿Queda mucho por contar?

Sandro Cordero: Claro que sí... muchísimo...incluso en Calígula... donde estamos comenzando como quien dice... si volvemos a hablar cuando llevemos 150 funciones... seguramente nos contemos otras cosas, porque es así, está vivo y ahora mismo todos estamos expresando unas cosas y según vayamos avanzando expresaremos muchas otras... Al Calígula le queda aún mucho por expresar, seguro...

Sofía Basalo.

jueves, 15 de abril de 2010

... FERNANDO OLMEDA (Junio 2008)



Fernando Olmeda es un periodista con una extensa trayectoria a sus espaldas. Comenzó su carrera profesional en la Cadena Ser en 1982. Trabajó en Telemadrid desde 1989, donde fue redactor jefe de la sección de Madrid de los Servicios Informativos; pasó por Antena 3 Radio, donde fue subdirector de “El primero de la mañana” para posteriormente dirigir el programa “Sucedió en Madrid” en el canal autonómico. De 2001 a 2005 dirigió y presentó las noticias de fin de semana de Informativos Telecinco. Es autor de los libros “Españoles de oro”, Gerda Taro, fotógrafa de guerra”, “Contraseñas íntimas” por el que se le ha concedido el Premio de Novela Ateneo-Ciudad de Valladolid 2006 y “El látigo y la pluma”. Actualmente se encuentra escribiendo un nuevo libro que verá la luz la próxima primavera en el que aborda algunos hechos desconocidos hasta el momento que tuvieron lugar durante la dictadura franquista:

Pregunta: ¿Es quizá el colectivo homosexual el más olvidado a la hora de ejercer la memoria histórica?

Fernando Olmeda: Cuantitativamente es menor que el colectivo mayor, el de las personas que sufrieron prisión y persecución por cuestiones políticas; digamos que la ley de la memoria histórica, sobre todo, se ocupa de los represaliados por el franquismo y estos, mayoritariamente, lo son por motivos políticos... todos los que sufrieron los juicios sumarísimos y las condenas de pena de muerte conmutadas a treinta años, por ejemplo, por cuestiones políticas... Cuantitativamente, probablemente sea menor que el grueso de esas personas que se benefician de la ley de memoria histórica pero no por ello, lógicamente, es menos importante. Realmente se han pospuesto las justas reivindicaciones de este colectivo treinta años... desde la muerte de Franco han pasado treinta años... y es ahora cuando pasado el tiempo se reconoce un poco su dignidad y su memoria. Cuantitativamente quizá no sean tan importantes, pero cuantitativamente sí, claro.

Pregunta: ¿Por ello quizá se puede considerar la ley de la memoria histórica aprobada en la anterior legislatura una ley insuficiente. Quizá un buen comienzo que se debe completar?

Fernando Olmeda: Creo que es una ley prudente... es difícil contentar a todo el mundo ¿no? Es una ley prudente por un lado, aunque sí es verdad que tuvo un respaldo mayoritario en el Congreso; todos los grupos, incluido Izquierda Unida... salvo el PP y Ezquerra Republicana... la secundaron. Por un lado es prudente, pero por otro es suficiente, en el sentido de que se ha logrado un consenso mayoritario en cuanto a su contenido; eso no quiere decir que, lógicamente, se hayan quedado fuera algunas propuestas y reivindicaciones de algunos grupos... propuestas y reivindicaciones que fueron sometidas a consideración aunque finalmente no fueron aceptadas... De tal manera, estimo que no es el final de un camino, sino el comienzo, posiblemente. Esta ley era muy necesaria desde hace muchos años y probablemente, con el paso del tiempo y a partir de este más que necesario texto, arranquen nuevas conquistas, pero tiene que ser poco a poco; en todo caso creo que la ley de memoria histórica era muy necesaria y muy oportuna en este momento de nuestra historia.

Pregunta: Has comentado que esta ley era muy necesaria desde hace mucho tiempo, ¿quizá desde que dio comienzo la transición?


Fernando Olmeda: Sí claro, evidentemente. Por ejemplo, en cuanto al colectivo homosexual se refiere, la Ley de Peligrosidad Social se mantuvo vigente hasta el año 1979, e incluso la homosexualidad permaneció en el Código Penal como delito durante muchos años más, hasta que finalmente fue eliminado. Como dice Vázquez Montalbán, España vivió un proceso de amnesia controlada, de tal manera que el tan traído y llevado “pacto de la transición” o “espíritu de la transición” probablemente antepuso ciertas cuestiones o consideró prioritarias determinadas cuestiones en detrimento de otras; por eso, efectivamente las reivindicaciones del colectivo gay, por ejemplo, han quedado pospuestas tanto tiempo ¿no?

Pregunta: En el libro “El látigo y la pluma” citas un episodio sobrecogedor y, acentúas, poco conocido de la posguerra. Algo que ocurrió en algunos puertos españoles, concretamente citas Vigo. Los homosexuales buscaban aires de libertad cruzando el océano, en otras tierras... y lo hacían en barcos que eran verdaderas trampas...

Fernando Olmeda: Es un episodio pequeño y quizá no suficientemente estudiado, probablemente porque muchos de los protagonistas ya no están... pero sí es una línea de investigación que dejé ahí para que alguien tomara el relevo. En todo caso minoritario pero sí hubo mucha gente que tuvo que salir por mar y por tierra, sobre todo por la frontera francesa... buscando el camino del exilio, aunque tampoco a los homosexuales les esperaba al otro lado precisamente un paraíso ¿no? Con los campos de concentración del sur de Francia y después con las turbulencias de una Europa inmersa en la Segunda Guerra Mundial... Difícil también era quedarse... y sobre todo en los primeros años porque aunque al principio se buscaba sobre todo la venganza política, inmediatamente después el nacionalcatolicismo empezó a perseguir a quienes no se ajustaban al machismo orgánico imperante, con lo que irse era difícil... imagínate, el desarraigo, empezar de cero... pero quedarse era también muy complicado en aquel momento porque un simple gesto, un ademán, una indumentaria, cualquier sospecha era suficiente para que a uno lo detuvieran, le aplicasen la ley de vagos y terminara detenido y encarcelado...

Pregunta: No sé si el rechazo y la humillación que sufrió el homosexual en el franquismo lo fue por partida doble; por un lado el rechazo y la humillación social, externa, por así decir y por otro lado la negación interior, la no aceptación de algo contra lo que quizá a aquellos que nacieron en la década de los años cuarenta habían sido educados...


Fernando Olmeda: Por un lado estaba la persecución legal, por otro lado estaba la discriminación social que hacía que mucha gente, sólo por la vía del miedo y la ocultación y del silencio lograra sobrevivir y efectivamente para los nacidos a partir de 1940... el nacionalcatolicismo era la clave del sistema en ese momento, y como he dicho antes, el machismo orgánico, la virilidad como norma fundamental y básica del Estado, la mujer como ser humano dedicado esencialmente a la sexualidad reproductiva sin otro tipo de posibilidades... En fin, todo el concepto de aquella España castrense y castrada... obviamente hizo mella en los niños de la posguerra... Por ejemplo Pedro Almodóvar refleja perfectamente en “La mala educación” el ambiente que había en los internados, en los conventos, en las iglesias... y yo también en mi libro hago una panorámica en todos los estratos de la sociedad no sólo en los conventos sino también en los cuarteles y en la vida cotidiana, en la que se expresaba muy bien esa atmósfera de represión, de mala educación que se sufrió y de la que aún seguimos pagando las consecuencias porque a fin de cuentas, todo eso ocultaba varias cosas como la doble moral: Se perseguía una conducta presuntamente reprobable que posteriormente se toleraba, cuando era detectada, por ejemplo, en el seno del ejército o en el seno de la iglesia... y de alguna forma España también ha heredado esa mala educación que recibimos y que Almodóvar tan bien escribió.

Pregunta: ¿Qué nos queda hoy en día de esa doble moral. Cuánto tardaremos en liberarnos de ella?


Fernando Olmeda: ... Bueno, lo que queda es homofobia... Se ha conseguido la igualdad legal pero no la igualdad social y la verdad es que es muy triste presenciar episodios de persecución por motivos sexuales, episodios de homofobia en los institutos... Yo tengo una sincera preocupación por la educación que en determinados sectores sociales se está dando a los chavales jóvenes; buena parte de la sociedad está educando a esos jóvenes en valores antidemocráticos, en valores que no casan con los presupuestos básicos de la igualdad, de la justicia, de la solidaridad, del respeto... y tengo una enorme preocupación, porque para mí es casi más importante que el evidente racismo que existe en determinados sectores de la sociedad... nos alarmamos mucho por el racismo, pero no tenemos en cuenta que esa homofobia está interiorizada en buena parte de la sociedad, que es ha aprendido, como decíamos antes, nos hemos educado en los colegios hace cuarenta o cincuenta años de una manera determinada y eso se lo estamos transmitiendo a los chavales jóvenes que tienen ahora dieciocho o veinte años... o menos incluso... De tal manera que creo que la homofobia es bastante más preocupante porque está latente y bastante más peligroso que el racismo puntual que se puede expresar en determinados momentos.

Pregunta: ¿Pero no crees que las personas de veinte o treinta años que hayan recibido una determinada educación de unos padres que fueron niños en el franquismo, tienen ahora todos los medios para pararse a pensar, a razonar y a distinguir entre lo que deben eliminar de esa educación y lo que deben incorporar a la misma?

Fernando Olmeda: Desde luego, hoy más que nunca. Los que tenemos más de cuarenta años podemos tener una cierta disculpa, en el sentido de que cuando éramos jóvenes tampoco vivíamos en un mundo globalizado que tienes al alcance de un “clic” de ordenador realmente ¿no? En aquella época no existía y teníamos más dificultades para encontrar referentes sociales, para encontrar modelos, para encontrar un camino con estos valores de los que hablo, valores universales... igualdad, respeto, tolerancia, convivencia en paz... ahora creo que es menos excusable... yo animo a muchos jóvenes a que lean, se informen, lean “El látigo y la pluma” y otros muchos trabajos y a que se replanteen cuáles son nuestros modelos sociales, cuál es la escala de valores que guían nuestros comportamientos y que nos ayude a conocernos mejor y sobre todo a entender que determinadas actitudes, fruto de la educación que nos han enseñado nuestros padres, ahora mismo son anacrónicas... podían tener vigencia hace tiempo, pero ahora mismo son anacrónicas... la sociedad va por otros caminos distintos del racismo y la homofobia... la igualdad es un rodillo imparable... y la convivencia en paz y la tolerancia... son rodillos imparables que tarde o temprano presidirán nuestra sociedad, con lo que hay que sumarse a ese carro y no seguir anclados en planteamientos antiguos.

Pregunta: En 2004, cuando se presentaba “El Látigo y La Pluma”, Eduardo Mendicutti dijo que éste era un libro necesario, porque todos necesitamos recuperar la memoria; pero hay personas que defienden “el pasar página, el olvido, que no hay que remover el pasado...” ¿Qué opinas al respecto, qué les dirías a esas personas?

Fernando Olmeda: Como periodista, principalmente, no puedo por menos que defender una tesis muy clara y es que estamos obligados a conocer la verdad, la veracidad de los hechos por encima de todo... y puesto que muchos hechos no se conocen no hay ninguna razón para que no sean conocidos, así de básico. Pondré un ejemplo, estoy trabajando en un nuevo libro que verá la luz la primavera próxima sobre un tema que estimo bastante atractivo... un libro de memoria histórica, a fin de cuentas, y en esta fase de investigación he encontrado una cantidad enorme de datos nuevos, no conocidos que alumbran un período histórico y no hay ninguna razón para que no sean conocidos, independientemente de entrar en valoraciones maniqueas de buenos y malos, eso me preocupa muy poco; esas son las consecuencias o interpretaciones posteriores, pero a partir del momento en que se sacan a la luz datos nuevos sobre hechos históricos, no hay ninguna razón para que no sean conocidos... lo que venga después, me da igual. La función de los historiadores, de los periodistas, de los escritores es descubrir la verdad y hay tantas cosas, además en la línea de la que estamos hablando, hay tantas cosas desconocidas, hay tantos datos desconocidos, hay tantas cuestiones que nunca fueron contadas... fueron voluntariamente escondidas o involuntariamente olvidadas... pero que han quedado ocultas... por ejemplo en el franquismo... en la transición... en los primeros pasos democráticos... hay muchas cosas que están sin contar, por lo tanto nuestra función, y si nos gusta con más razón, es desvelar todo aquello no contado y eso tiene un valor indiscutible y en esa línea hay mucha gente trabajando y no hay ninguna razón para dejar de hacerlo... lo que venga después son valoraciones subjetivas, probablemente procedentes de quienes pensaban que estaba todo contado ya... no tanto reabrir o no heridas, sino algo tan básico como que determinada gente piensa que ya está todo contado y no hay nada más que contar y que la historia está escrita pero yo discrepo de ese planteamiento que dice que no hay nada más que contar porque todo está ya contado o que la historia es la que es... no hay nada más que acudir a los archivos para descubrir cosas no contadas que sobre todo tienen valor en sí mismo, no son sólo anécdotas, tienen el valor de alumbrar un período histórico y que probablemente interese a todos, a la sociedad en general.

Pregunta: A veces me preguntó por qué por ejemplo, se ha podido revisar de forma exhaustiva la Segunda Guerra Mundial, de la que se han escrito libros, ya sean novelas, ensayos... se han filmado películas... y en cambio de la guerra civil española y del franquismo hasta hace muy poco no se han empezado a publicar libros, y aún así, se cuestiona muy mucho cualquier actividad de enjuiciamiento... ¿Por qué nos cuesta tanto examinarnos y juzgarnos?

Fernando Olmeda: Éste es un fenómeno bastante característico de este país llamado España, porque muchos países del mundo que han sufrido dictaduras o procesos semejantes al español, tarde o temprano los acontecimientos, la tenacidad de personas individuales, víctimas o jueces y la fuerza de la historia, la fuerza de la razón ha conducido a ese proceso de recuperación de la memoria y ese proceso de justicia por unos caminos determinados... no hay más que hablar de Chile, Argentina, Alemania e Israel, por ponerte un ejemplo... si el propio Papa, Benedicto XVI ha pedido perdón, si Ángela Merkel ha pedido perdón hace poco en Israel por el régimen nazi, si hay procesos abiertos contra los genocidas de las dictaduras de Chile y Argentina en este momento... y si lugares tan siniestros como la escuela de mecánica de la armada de Argentina se han transformado en un museo no hay demasiada justificación para que en España no ocurra lo mismo, tendríamos que ir probablemente a procesos similares a los que ha habido en otros países que han sufrido dictaduras. Comprendo que hay que hacerlo con prudencia, con la prudencia que ha empezado esta entrevista con respecto a la ley de memoria histórica, pero soy optimista en el sentido de que poco a poco muchas de las cuestiones pendientes en la ley de memoria verán la luz porque si nos homologamos con el resto del mundo hemos de hacerlo también en esta cuestión y ahí hay un camino por recorrer, indiscutible en este país. Pero bueno, nos cuesta mucho por esa educación recibida, porque hay mucha gente que aún vive... y porque no se ha aclarado la ilegitimidad de los juicios y ni se han procesado ni se han sacado a la luz los nombres de los represores de la dictadura franquista que es una diferencia bastante grande que hay respecto a otros países como Argentina o Chile... ahí sí hay una diferencia legal enorme...

Pregunta: Una última pregunta, respecto al periodismo y una frase que he leído en tu blog (fernandoolmeda.blogspot.com): “Ir donde está el silencio. Ésa es la responsabilidad de un periodista. Dar voz a quien ha sido olvidado, abandonado, golpeado por el poderoso.” ¿esta labor como la que comentabas hace un momento “descubrir la verdad” está vigente hoy en día, en un momento en que el periodismo está tan mediatizado... dónde está la verdad?

Fernando Olmeda: En el interior de cada periodista, evidentemente. Trabajar con verdad, no sólo buscarla, trabajar con honestidad. En este país, los medios están alineados desde hace algún tiempo, hay una atmósfera bastante crispada sobre todo desde el 11-M, digo los medios, las empresas; en el caso de la televisión, por ejemplo, las audiencias condicionan los informativos cada día más, pero luego sí es verdad que hay actitudes individuales que calan en el espectador, en el lector o en el oyente... hay mucha gente que está trabajando en esa línea, que comento en el blog, en esa frase... te voy a decir un nombre, Gervasio Sánchez, un ejemplo de periodista de raza, insobornable, porque trabaja para medios nacionales y también regionales; lo mismo trabaja en la Cadena Ser que en El Heraldo de Aragón y que tiene un compromiso muy firme con los desposeídos, con los desheredados, ha estado muchas veces en Irak ... es un modelo a seguir. Es un periodista con todas las letras que sigue buscando la verdad y que va ahí donde está el silencio... en fin, probablemente la profesión periodística como todos los sectores profesionales se ajusta a la realidad que nos rodea y las empresas se acomodan a la situación que hay, pero existen muchísimas iniciativas individuales (también colectivas) de muchos periodistas que siguen buscando la verdad por encima de todo... de eso tenemos que enorgullecernos, son modelos a seguir...

Pregunta: Quizá esas iniciativas son las que hacen que el periodismo, como dice Gabriel García Márquez, sea el mejor oficio del mundo...

Fernando Olmeda: Lo es, claro que sí, sin ninguna duda.

Sofía Basalo.

domingo, 11 de abril de 2010

... SERGIO OTEGUI (Marzo 2009)



En los últimos años lo hemos visto en proyectos sumamente interesantes, “Johnny cogió su fusil”, “Dos caballeros de Verona”... Ahora interpreta a Teddy el hijo que regresa al hogar imaginado por Harold Pinter; obra que con algún incidente se ha conseguido representar en la sala pequeña del Teatro Español, donde volverá a ver la luz a principios del verano. Hablamos de Sergio Otegui, con quien hemos podido sumergirnos en el inmenso mar de emociones que acogen el inabarcable iceberg del que el texto del autor inglés nos ha mostrado sólo la punta...


Pregunta: ¿Por qué regresa Teddy al hogar?


Sergio Otegui: Ésta es la gran pregunta, es la pregunta que casi todo el mundo se hace y es la más difícil de responder... yo creo que en primer lugar y fuera de lo que es el análisis profundo, regresa porque Pinter necesita esa excusa para contar la historia que cuenta, ahora ¿por qué regresa?... bajo mi punto de vista, porque de alguna manera se siente culpable... y porque él siente que ha traicionado a esa familia... se cree superior y los ha abandonado para adquirir una vida mejor... pero también regresa y esto va en su contra, para presumir y para decir al resto de la familia: “mirad dónde he llegado yo y dónde seguís vosotros”... y también regresa de algún modo para reconciliarse con la familia y porque existe un vínculo, esta palabra es importantísima a lo largo de la obra, el vínculo familiar y entonces, va a buscar una cosa que de algún modo obtiene y es la bendición de su padre... el perdón... es complicado...

Pregunta: Una bendición que quizá pasa por lo que ocurre cuando él se va... dejando a su mujer en esa casa...


Sergio Otegui: Él no deja a su mujer en esa casa, es ella quien decide quedarse en la casa... él no es propietario de esa mujer, él tiene un vínculo con esa mujer que rompe voluntariamente, ella decide quedarse, él quiere que ella se vaya con él y no lo hace voluntariamente ¿por qué quiere que regrese con él? Porque tiene un status familiar en América que quiere conservar, no por amor, ni Teddy está enamorado de Ruth ni ella de Teddy... porque a ella no le gusta la vida que lleva en América pero es ella la que decide quedarse y mi pelea fundamentalmente no es con el resto de la familia que me torturan y me machacan porque quieren vengarse por el hecho de que yo les haya abandonado, mi pelea fundamental es con mi mujer...

Pregunta: También entre tu personaje y su mujer, existe una lucha intensa por el poder, por ver quién puede más... y no sé si al final es ella la que no sólo vence a su marido sino que también se queda en esa casa como la gran señora...

Sergio Otegui: Es muy posible, esa lectura es bastante buena... la lucha por el poder que existe entre ella y yo es el leiv motiv de la obra... Pinter cuenta cómo funcionan las luchas de poder en el seno de la familia... una lectura más personal mía es que el amor en estos casos, o el poder o el ansia por el poder sustituye al amor que no existe y que todos perseguimos de alguna forma... y una forma de conseguir que la gente te quiera es que te respete o que te tema... eso es una lectura muy personal, pero lo que sí cuenta Pinter es cómo evolucionan las luchas del poder en el seno de la familia.

Pregunta: En el programa de mano podemos leer que lo que vemos en esta puesta en escena es la punta de un gran iceberg... Yo no sé si el actor, tú en este caso, como Teddy, necesita al menos si no saber qué hay bajo la superficie sí crear ese algo para llevar a cabo la gran labor de interpretar personajes tan complicados...

Sergio Otegui: No sé si necesitamos saber qué hay debajo del iceberg, a lo que sí tenemos que ser fieles es a la punta del iceberg que es lo que muestra Pinter; lo que está debajo, cada espectador verá unas cosas o verá otras... nosotros tenemos mucha información sobre lo que pasa y también sobre lo que está debajo, pero no deja de ser una opinión subjetiva... lo que está claro es que Pinter critica la familia por lo hipócrita que es en algunos sentidos y porque se establece bajo normas de poder, no bajo normas de amor o cariño, se establecen vínculos necesarios para mantener una sociedad pero esos vínculos están basados sólo en el poder...

Pregunta: Critica a la familia y por ende quizá también a esta sociedad en la que hoy en día y supongo que también en la época en que Pinter escribió esta obra, vale cualquier cosa por obtener ese poder...

Sergio Otegui: Sí, no sé si cualquier cosa, desde luego los personajes son absolutamente amorales... la obra desde luego lo es... no hace concesiones, muestra las cosas como son, no utiliza nada de maquillaje... esto es lo que hay en realidad en los seres humanos. Estas son sus ambiciones y estos son sus deseos que se muestran de una manera descarnada... no hay ningún tipo de maquillaje, ningún tipo de ansia de figurar o de demostrar algo que no es, todos se muestran como son... utilizan armas, el arma fundamental en toda la obra que se utiliza para obtener ese poder es el lenguaje... es otro de los pilares de la obra de Pinter, de todas sus obras y en ésta en particular... la utilización del lenguaje como instrumento para conseguir el poder que pretende cada personaje, el poder sobre los otros personajes... el poder que quiero obtener sobre Ruth, o el poder que quiere obtener Lenny sobre el padre o el poder que quiere mantener el padre que está perdiendo sobre el resto de la familia que de todas maneras lo ejerce hasta el final de la función, pues es verdad que Ruth se queda un poco al mando de esta familia pero Lenny también... porque Lenny ha conseguido lo que quería de alguna manera, destronar a su padre, que deje de ser el jefe de esa familia... o el líder de la manada... como se podría decir...

Pregunta: Has comentado que en esta obra no hay ningún tipo de maquillaje, vemos al ser humano es su estado más primitivo, animal... ¿No resulta descorazonador ese ser humano...?


Sergio Otegui: Puede que sea descorazonador pero es así, o por lo menos Pinter lo ve así... Pero bueno es tomar conciencia de lo que somos y eso es muy duro... esto no es fácil... es triste hasta que nos acostumbramos, no creas... hasta que somos conscientes de eso y aprendemos a vivir con eso... y quizá desde ahí, desde esa toma de conciencia quizá podemos empezar a ser mejores...

Pregunta: Tal vez por esta razón se escribe en el programa de mano que es una historia sorprendente, sólo para quien está dispuesto a hacerse las únicas preguntas que vale la pena hacerse y son las que no tienen respuesta... quizá es que no hay demasiada gente dispuesta a hacerse esas preguntas...


Sergio Otegui: Sí, las evitamos... normalmente tapamos, preferimos evitarnos a nosotros mismos como seres humanos y hacemos cosas constantemente para distraernos, no queremos entrar en problemas o en la esencia de las cosas... y nos cubrimos de cosas materiales para evitar vernos a nosotros mismos, para evitar analizarnos... es una pregunta complicada, pero sí, creo que no es fácil hacerse esas preguntas y que normalmente las evitamos...

Pregunta: Creo que a los 18 años te subes por primera vez a un escenario... ¿Cómo ha sido el recorrido hasta el presente? He leído también que eres actor un poco por inercia, casi ni te lo planteas...

Sergio Otegui: Sí, me lo planteé y no quería... porque mi padre es actor y he visto lo que un actor puede llegar a angustiarse cuando no tiene trabajo y es una situación difícil y quería evitarme ese sufrimiento y de alguna manera me encontré con la posibilidad de subirme a un escenario lo hice me gustó y me quedé... momentáneamente porque luego estuve siete años sin subirme a un escenario y sin hacer televisión porque nadie me daba trabajo y me dediqué a ser técnico de iluminación de teatro y a hacer otros trabajos, hasta que surgió otra vez, ya con 30 años hice otra prueba de las muchas que hacía, esta vez me cogieron y bueno... de ahí volví a retomar la carrera de actor...

Pregunta: El camino ha sido, pues, un poquito duro...


Sergio Otegui: ¿Duro?... sí, bueno, no lo sé... quizá irregular y con altibajos... hasta que consigues cierta estabilidad en la que, toco madera, estoy hoy por hoy, pues es muy complicado... tienes que darte a conocer de alguna manera y que la gente valore tu trabajo y lo juzgue bueno como para ofrecerte más trabajos...

Pregunta: De esa época hacia acá, y desde tu experiencia, ¿cómo ha sido la evolución teatral en general?

Sergio Otegui: Ha evolucionado, por ejemplo, la forma de interpretar, yo creo que para bien... aunque nos hemos perdido a grandes actores, muy instintivos y muy vocacionales que tenían una forma de hacer muy personal y con mucha fuerza en escena, había gente que tenía una energía especial en el escenario... eso todavía lo tenemos pero la forma de hablar, sobre todo en un escenario, ha cambiado mucho... Hoy por hoy, o por lo menos este año, estamos viviendo una buena época en cuanto a la cartelera en Madrid... hay muchos teatros que están llenos todos los días y eso es bueno, ¿por qué se ha producido este fenómeno hoy por hoy en el teatro que de siempre decimos que está en crisis?... pues no sé muy bien por qué, quizá dicen, hay teorías que dicen, que como la gente tiene menos dinero pues lo administra mejor en su tiempo de ocio...

Pregunta: Comentabas que ha cambiado la forma de hablar sobre un escenario...

Sergio Otegui: Sí, es diferente... quizá los actores de antes dirían que empleamos poco la palabra los actores jóvenes... yo no estoy de acuerdo con esa cosa, pero sí que hay una forma... (esto es muy peligroso de decir)... más naturalista, utilizamos más el naturalismo en escena que cómo interpretaban antes... quizá somos menos histriónicos (esto también es complicado...) es una palabra peligrosa... pero sí trabajamos de una manera más realista o más naturalista... me gusta más la palabra naturalista que realista... y antes, se tenía una educación a nivel de dicción más cuidada y de voz... ahora los actores procuramos hablar en escena igual que hablamos en la calle y eso un actor de otra época jamás lo haría, se sube a un escenario y proyecta la voz y coloca la voz en un sitio en el que no la tiene colocada cuando está hablando en un bar con sus amigos... pero bueno, esto es... como publiques eso me pueden matar mañana (risas)…

Pregunta: Lo que has comentado también (intentaremos que no te maten) que el actor antes era más instintivo, quizá la profesión era más vocacional, que se tenía una energía especial... Eso me hace cuestionarme hasta qué punto cuenta la técnica que se adquiera con la idea de que quizá también en cierta medida ser actor es un Don con el que se puede nacer... Porque esa energía especial de la que hablabas no se aprende...

Sergio Otegui: A ver... puede haber gente vocacional y que tenga una tendencia especial, una capacidad especial para ser actor, como para ser ingeniero... pero esta profesión es una profesión que se aprende y que cualquiera podría aprenderla, en mi opinión... desmitificando un poco esta cosa que tenemos los actores de que somos gente especial... para nada lo somos... lo que hacemos nosotros sobre un escenario o delante de una cámara, yo creo que hay mucha gente que puede hacerlo, lo que tendría que hacer es aprender a hacerlo... y por eso están las escuelas, porque son muy útiles, supongo que habrá de todo, habrá escuelas malas y escuelas buenas... pero las escuelas en ese sentido son fundamentales... las escuelas y por otro lado la experiencia... y poco a poco uno va siendo mejor actor, va aprendiendo a manejarse sobre un escenario... es una profesión que se aprende... aunque hay actores vocacionales que seguro han aprendido a lo largo de su vida...

Pregunta: En los últimos años te hemos visto en proyectos muy interesantes, como “Johnny cogió su fusil”, en el CDN... este “Regreso al hogar”... ¿Es complicado hoy en día encontrar textos tan interesantes como estos, curiosamente estos tres proyectos son de autores extranjeros, por cierto también trabajaste con Helena Pimenta en “Dos caballeros de Verona”...? ¿Es complicado encontrar un proyecto interesante y por otro lado, que este proyecto sea de un autor español?

Sergio Otegui: Pues no lo sé, la verdad... En teatro he tenido suerte estos últimos años porque me han ofrecido cosas muy interesantes de autores muy interesantes... y en ese sentido he tenido suerte y estoy feliz de tener la oportunidad de hacer a Shakespeare o de hacer a Pinter... simplemente ha sido una cuestión de suerte y de que ha habido gente que ha confiado en mí para hacer estos trabajos... no sé si es difícil encontrar obras buenas, supongo que no es tan difícil... pero vamos tampoco los busco yo... simplemente, normalmente hago todos los trabajos que me ofrecen...

Pregunta: ¿Es indiferente el medio, pues también te hemos visto en televisión y cine...?

Sergio Otegui: Me gusta trabajar, es lo que más gusta... y cuando tengo oportunidad de hacerlo pues lo hago, a veces no son los mejores trabajos, pero encantado de trabajar...

Pregunta: Antes nos comentabas que viviste en tu casa la profesión de tu padre, ¿qué aprendiste de él?

Sergio Otegui: Por supuesto, es un gran actor... he aprendido mucho viéndolo trabajar, en escena... y es un tío que tiene un talento excepcional. Mi padre es uno de esos actores mayores que conservan ese gusto por la palabra que te decía antes y ese gusto por la cuidada dicción y a la vez tiene una forma de interpretar, entre comillas, “moderna” en cuanto a la forma tan arriesgada y tan de verdad con la que se sube al escenario... él no se pone barreras y es un tío que corre muchos riesgos en escena y que es un actor fantástico... tiene una verdad en escena excepcional, manteniendo ese gusto por la palabra...

Pregunta: ¿Es complicado mantener esa verdad sobre el escenario?

Sergio Otegui: Es difícil, es por lo que peleamos todos, por eso se ensaya o se estudio o se trabaja... para que el público que vea el espectáculo en algún momento pueda pensar que eso que está ocurriendo encima del escenario lo está viendo por la mirilla de una puerta y que es algo que está ocurriendo de verdad... eso da mucha fuerza a una función...

Pregunta: Estáis terminando vuestra permanencia en el Teatro Español con “Regreso al hogar” ... ¿Habrá más vida para la obra, qué proyectos tienes entre manos?

Sergio Otegui: Ahora participo en la serie de Cuatro “¿Hay alguien ahí?” también en la serie de Telecinco “Yo soy Bea”... y sí habrá más vida para “Regreso al hogar”, porque regresamos al Español en el mes de Julio dado el éxito que hemos tenido, desde el 23 de junio hasta finales de julio y después es posible que hagamos una gira por España en los meses de Septiembre y Octubre... y quizá noviembre, aún no lo sé. Eso es lo más inmediato...

Sofía Basalo.