domingo, 31 de enero de 2010

... RAQUEL FRANCO (Noviembre 2009)



Necesitaba escribir y decidió no sólo pensarlo. Quería escribir una historia que la conmoviera y paseó por su infancia recordando lo que sus abuelos le habían contado de pequeña. Creó un pueblo en una Andalucía que visitó hace mucho tiempo, cuando era niña. Vivió dos vidas, necesitaba conocer a los habitantes de una localidad a la que le arrebatarían el futuro. Raquel Franco en su primera novela, “Ocho años de silencio” (Ed. Viceversa) nos regala una historia íntima, llena de autenticidad, llena de pequeños detalles y repleta de esperanza. Hemos podido hablar con la joven autora:


Pregunta: ¿El silencio es peor que la muerte?

Raquel Franco: En ocasiones el silencio es igual a la muerte, por otro lado, siempre que hay muerte, hay silencio, pero a veces hay silencios tan equiparables o más que la muerte...

Pregunta: ¿Puede haber silencios muy sonoros, ruidosos, que hagan daño al oído?

Raquel Franco: Sí, es el silencio pasivo agresivo... es el silencio que es más constante y más presente que el propio chillido.

Pregunta: ¿Cómo es el silencio de tu primera novela?


Raquel Franco: Es un silencio de ausencia de esperanza, de ausencia de futuro... les quitan cualquier posibilidad de seguir teniendo ilusiones por vivir... afortunadamente las recuperan...

Pregunta: Creo que has comentado en algún medio de comunicación que este libro no es autobiográfico pero que le debe mucho a tus abuelos...

Raquel Franco: Sí... yo no viví la posguerra ni la guerra civil, pero está basado en las historias que me contaban mis abuelos y en el día a día que nos explicaban cuando éramos pequeños... ellos nos contaban lo que vivían e intentando juntar... ellos habían vivido una situación muy dura, complicado pero siempre te hablaban con alegría, con ganas de seguir adelante, con una ausencia de rencor que, desde luego, admiro...

Pregunta: Ausencia de rencor... ¿Quizá en la actualidad echamos de menos esa ausencia de rencor? Parece que sí hubo rencor y que lo sigue habiendo...


Raquel Franco: Efectivamente, yo creo que una de los problemas que existen es ese rencor enquistado en la sociedad, tendríamos que aprender a ver el futuro asumiendo que sucedió y mirando hacia delante; el pasado sucedió, es lo que hay, pero tenemos cosas nuevas que hacer y a veces, perdonar no desde un punto de vista magnánimo ni paternalista, sino, bueno, lo que pasó, pasó, vamos a aprender de ello, y vamos a intentar no repetirlo.

Pregunta: ¿Se perdona recordando y leyendo historias como ésta aunque se pueda decir “otra historia de la guerra civil” o tal vez es mejor olvidar...?

Raquel Franco: Yo creo que recordar es muy importante y recordar no sólo desde el punto de vista de los hechos históricos, sino de las personas, de la gente individual que vivía allí, y seguro que si pensamos así, descubriremos que tenemos más cosas en común que pensando en grandes ideas o grandes situaciones que son las que nos alejan...

Pregunta: No sé, si también, comprendiendo; porque en los primeros capítulos, hablas de Martín Vallejo-Nájera, que es tal y como es, porque recibió una educación determinada; hablas de la importancia de esos niños que son arrancados del regazo de sus madres o sus padres...

Raquel Franco: Sí, es un poco lo que pretendía... que todos al final, incluso yo, somos lo que somos por lo que hemos ido aprendiendo de niños, por lo que hemos visto, lo que nos han inculcado... también la gente que hace cosas con las que no estamos de acuerdo, son así porque lo han recibido, porque lo han aprendido de esa manera... eso es entender al otro, saber por qué actúa de esa manera... Ésta era una de las cosas que yo quería investigar en esta novela.

Pregunta: Me parece muy interesante, porque en muy pocos libros encontramos la figura de Vallejo-Nájera, tan importante...

Raquel Franco: Efectivamente; el bisabuelo, creo; jefe de los servicios de psiquiatría del franquismo... y del que se sabe muy poco... una figura yo creo, muy controvertida...

Pregunta: Es extraño leer sus diagnósticos, sus teorías...

Raquel Franco: Exacto. La eugenesia de la raza, eso de que las mujeres son inferiores porque les faltan las inhibiciones propias de los hombres o que el marxismo y el comunismo son enfermedades mentales... esas cosas que hoy en día a cualquier persona, piense como piense, de la ideología que sea, le repugna... y dice “no, no, esto no es así”... pero existió y se tiene que entender que existió... ahora ya sabemos que no es así...

Pregunta: Afortunadamente...

Raquel Franco: Por supuesto. (risas)

Pregunta: Quizá esa importancia de los niños y de esa educación es el origen de la portada del libro...

Raquel Franco: Sí. Los niños son el futuro... en mi familia hemos tenido la suerte de que han nacido muchos niños en poco tiempo, éramos una familia... que bueno, yo soy de las más pequeñas, tengo 33 años, imagínate... cuando han llegado los niños, ha llegado la alegría y aprendes de ellos muchísimo... de las cosas que hacen, de cómo aprenden y como asocian las ideas... y eso es tan importante... y de eso es de lo que les privan a los Arquienses, que genera su silencio... y lo importante que es recuperar ese futuro, esos niños... No elegí esa portada, cuando me la enseñaron en la editorial me emocioné porque me parece que es preciosa... cómo capta la esencia...

Pregunta: Es tu primera novela, aunque no es tu primer trabajo literario, puesto que antes escribiste un libro de cuentos llamado “El pintor deshonesto”...


Raquel Franco: Sí, siempre he querido escribir, pero ya sabes lo que sucede en la vida... tienes que trabajar y también me gusta mucho mi profesión, soy abogada... y un día, tuve que decidir y me decanté por el derecho, pero hubo un momento en el que echaba mucho en falta escribir más, y entonces, me tomé un período sabático y en él me dije que si quería escribir, tenía que escribir... no sólo decir “quiero escribir” sino hacerlo, escribir de verdad... y en ese escribir de verdad, surgieron unos cuentos que eran ocho o nueve cuentos, que recopilé, dándoles el título de uno de ellos que era “El pintor deshonesto”.

Pregunta: ¿Es más complejo escribir un cuento, un relato corto que una novela; es más arriesgado quizá, al tener menos lectores?

Raquel Franco: A mí los cuentos me encantan. Me gusta leerlos y escribirlos y creo que son distintos a la novela, pero a la hora de enfrentarte a escribirlos, lo afronto del mismo modo. Necesito conocer los personajes, necesito saber qué quiero decir, cómo voy a decirlo y me planifico un poco de la misma forma. Luego resulta que la extensión del cuento es la que te pide la historia, ella te reclama una extensión más o menos corta, ella te señala lo extensa o corta que va a ser... pero el enfrentarte a escribirlo es exactamente igual, al menos en mi caso. Sí es cierto que los cuentos han de ser más contundentes, tienen que ser más impactantes...

Pregunta: Has hablado de conocer a los personajes... según vamos adentrándonos en este pueblo, en esos años, casi los tenemos frente a nosotros, de una forma muy carnal, muy real...

Raquel Franco: Eso me preocupaba mucho, tenía muy claro los tipos de personajes que quería que habitasen en Arquía y para poder conocerlos mejor, escribí sus historias, no están en la novela... pero sí escribí cómo se conocieron, si eran matrimonio, qué pasó, cómo fueron sus relaciones, cómo han llegado a la situación en la que se encuentran... todo ese trabajo que no consta en la novela, pero que creo que si no hubiera estado, se habría notado, porque creo que era muy importante que yo supiera quiénes eran para que lo que hacían y cómo actuaban fuera coherente, dentro de la novela. Esa es una de las cosas en las que trabajé más... incluso aquí en Barcelona tenemos el Mercat de San Antoni que es un mercado antiguo y me iba para ver fotos antiguas y para leer periódicos de la época y escuchaba mucha música de aquellos años... un poco para recrear... como si yo estuviera allí y os lo estuviera contando...

Pregunta: Por lo que estás comentando ha sido un período de preescritura muy intenso...


Raquel Franco: He tardado cinco años... 168 páginas... lo que pasa es que al tener otro trabajo tampoco le puedes dedicar todo el tiempo que quisieras... a veces tienes que pasar muchas noches sin dormir, los fines de semana, las vacaciones y sobre todo eso... investigar... investigar siempre... porque al final esta historia la llevaba tan incorporada a mí que estaba trabajando en otras cosas y buscaba por internet también historias y personajes y situaciones que me ayudasen, que me inspirasen... ha sido un proceso muy largo...

Pregunta: Es como vivir dos vidas...

Raquel Franco: Totalmente!!... Como la historia está situada en Andalucía y nunca he ido a Andalucía, bueno fui una vez hace muchos años, siendo pequeña... tenía la idea de imaginar Andalucía... teniendo allí una vida y aquí en Barcelona, la otra... fue curioso...

Pregunta: Hablando contigo se nota que tenías muchas ganas de escribir, se nota la pasión que has puesto en este libro. Hoy en día en la literatura, en la vida en general se echa tanto de menos ese sentimiento o ese afán por hacer las cosas bien...

Raquel Franco: No sé qué contestarte... yo creo que en la literatura no, creo que todo el mundo que escribe lo hace por vocación, porque quiere contar una historia que lleva dentro y se apasionan con su historia... te guste más o menos, creo que la persona que se dedica a algo creativo, ya sea pintura, fotografía, música, lo hace desde un punto de vista apasionado, no mercantilista... en la vida... yo creo que a veces estamos muy acostumbrados, ya desde mi generación a las más pequeñas, estamos acostumbrados a tenerlo todo demasiado fácil... entonces, cuando, en algún momento tenemos algún inconveniente, algún hándicap que tenemos que superar, ahí ya nos acobardamos y no seguimos... quizá nos falta esa capacidad de lucha que sí tenían nuestros abuelos, esa capacidad para seguir hacia delante, luchar por lo que quieres... nosotros preferimos quedarnos donde estamos y criticar el medio, sin pensar que el medio puede ser cambiado... Yo estuve en ese período, cuando decidí que iba a dedicarme más a escribir, también me quejaba mucho... y hacía poco...

Pregunta: Comentas que lo que tenemos que decirnos a nosotros mismos es que podemos cambiar el medio... ¿Quizá nos falta fe en nuestra capacidad para cambiarlo o en el fondo no queremos cambiarlo?

Raquel Franco: Yo creo que a veces es más fácil no querer cambiarlo porque de ese modo tienes una excusa; Por ejemplo, cuando escribes una novela, si la vas a dar a leer y te dicen que no, es mucho más frustrante que si decides desde el primer momento no escribir porque no tienes tiempo... entonces, siempre tienes esa excusa “yo quiero hacer esto pero claro, si tuviera esto o lo otro...” pero si coges, lo haces y luego no funciona o no va bien, te sientes más fracasado... con lo que hay que quitar de la mente esa idea, el resultado no es lo importante, es hacerlo, lo que es interesante y divertido y el escribir la novela ha sido... te puedo decir que he llorado, he reído... muchísimo... a veces era un poco ridículo, estar ante el ordenador y que se te cayeran las lágrimas... eso ha sido el proceso más bonito y ahora cuando hay gente que no conoces y te dice que le ha gustado... pero el proceso de escribirlo ha sido mucho más emocionante de lo que podía imaginar...

Pregunta: Cuando el período de escribir esta historia que ha sido tan emocionante, concluye... no sé si se siente una especie de vacío...

Raquel Franco: Totalmente... sientes que has acabado en un momento... y ahora ¿qué?... afortunadamente siempre surgen nuevas historias en las que te involucras pero hay un período casi de duelo, es como si hubieras tenido una relación, durante mucho tiempo, has estado muy bien y se acaba... y volver a iniciar otra, te cuesta... te da pereza, pero al final sabes que tienes que enamorarte de nuevo y seguir adelante... y siempre te vuelves a ilusionar... pero durante un período sí te sientes vacía...

Pregunta: ¿Cómo fue el proceso de edición, publicación...?


Raquel Franco: Fue muy bonito, porque yo, como todo el mundo, tenía miedo al rechazo y tenía miedo a que me dijeran que no y casi ni me había movido... pero tengo un amigo que también escribe y le dije que por qué no intercambiábamos los libros, nuestros escritos y lo hicimos. A él le gustó, me dijo que conocía a alguien que trabajaba en una agencia literaria. Envié el libro, a esta agencia le gustó, lo movieron y al cabo de muy poco tiempo, el día de mi cumpleaños me lo dijeron... fue el mejor regalo, sin duda... no lo podía creer, era un sueño hecho realidad...

Pregunta: Has hablado de escribir un libro como si se tratara de una relación amorosa. Cuando concluyes el libro, concluyes también la relación, con la esperanza de encontrar un nuevo amor... ¿Por dónde anda en tu caso ese nuevo amor?


Raquel Franco: Andamos conociéndonos... Hemos tenido algunas citas, estamos ahí... estoy ilusionada, yo creo que va a ser una relación duradera... de momento nos hemos conocido bastante...

Pregunta: No eres entonces, de las que piensan que todo está contado...


Raquel Franco: No, para nada... al contrario, creo que hay muchas cosas que contar, seguramente no somos originales en cuanto al objeto ¿no? Me acuerdo de algo que contaban, sobre un guionista que se levantaba a medianoche porque había tenido una idea genial y la anotaba en la libreta que tenía al lado y por la mañana se levantaba y leía “Una historia de amor”... claro, una historia de amor ya se ha contado muchas veces... pero el cómo... cómo es esa historia, cómo se aman los protagonistas, eso siempre será diferente...

Pregunta: ¿Crees que en nuestro país se lee de verdad o se compran los libros porque hace bonito?


Raquel Franco: Yo creo que se lee, sí se lee... quizá no se lee tanto como se debiera pero sí creo que existen lectores... cuando cojo el metro o el autobús siempre encuentro a gente leyendo, si cojo un avión igual... siempre hay gente leyendo, quizá no se lee tanto como se debiera... y también hay gente excluida completamente de la lectura...

Pregunta: No sé qué es más complicado, si conseguir que te publiquen una primera novela o seguir con una segunda, tercera...


Raquel Franco: Hay muchos escritores de una sola novela... y creo que es por esa sensación de vacío... cuando escribes una novela a mí me gusta mucho leer las primeras novelas de los autores, porque creo que hay más defectos literarios, porque claro, estamos aprendiendo, pero son más puras... mientras que en siguientes novelas, la técnica mejora pero quizá la historia... quizá se van acabando o puedes ser repetitivo... creo que es importante obligarse a hacer lo que a uno le gusta, los hobbies son hobbies, pero las pasiones son pasiones que tienes que alimentar... yo seguiré escribiendo, de eso no tengo duda, lo que no sé es si me volverán a publicar (risas) no depende de mí... pero escribir me es muy necesario...

Pregunta: Me ha parecido muy interesante la observación que has realizado sobre las primeras novelas y su pureza frente a la perfección técnica de las siguientes... Siempre dicen que en el equilibrio está la virtud, pero como es difícil alcanzarlo, ¿con qué te quedarías tú, qué le pondrías más a una novela tuya, pasión o perfección técnica? Personalmente me quedo con la pureza...

Raquel Franco: Yo también... creo que una novela que te consigue transmitir, con la que consigues conectar emocionalmente... da igual que tenga defectos, porque lo que quería el autor y lo que quería el mismo lector, se ha logrado... Creo que la sinceridad, la valentía también por parte del autor y del lector al dejarse arrastrar por la historia es más importante que todas las técnicas existentes...

Sofía Basalo.

martes, 26 de enero de 2010

... JAIME RODRÍGUEZ SACRISTÁN. (Enero 2009)



El psiquiatra, catedrático y escritor Jaime Rodríguez Sacristán reflexiona en el ensayo Elogio de la ternura sobre la necesidad de querer y hacerse querer, sentimiento recíproco que «nunca ha estado en realidad de moda» y cuya ausencia origina el desamor, «que es, en definitiva, la antiternura». Hemos podido hablar con el autor y hemos podido comprobar que aplica en su persona ese elogio literario al que nos invita:


Pregunta: Este libro “Elogio de la ternura” viene subtitulado como “Sobre la necesidad de la ternura en un mundo de desamor” ¿Quizá es este mismo mundo el que nos invita, por así decir, a desaprender esa ternura, ese modo de expresarla o de sentirla?

Jaime Rodríguez Sacristán: La ternura es una necesidad básica en la persona, en todas las edades, en todo momento... y el problema radica en que esta necesidad tan importante, a veces se convierte fácilmente en desamor y eso es lo preocupante... algo que necesitamos tanto... algo que aunque tenga el sentido de algo que no sabemos expresar bien, porque es un sentimiento vergonzante y vergonzoso, desgraciadamente con demasiada frecuencia se convierte en desamor... y eso es una lástima...

Pregunta: Ha comentado “un sentimiento vergonzante y vergonzoso”...


Jaime Rodríguez Sacristán: Sí, porque algunas personas tienen miedo, les cuesta mucho expresar ternura y cuando en el fondo todos, todos, la necesitamos... es una lástima que por eso... elogiar la ternura es, si es posible, que llegue a mucha gente, para que se pierda el miedo a expresarlas... que los demás están deseando y esperando que nosotros, cualquiera, exprese ternura... pero bueno, hasta que no perdamos ese miedo, que no es tan difícil... expresar ternura se puede hacer con una mirada cordial... con una sonrisa... con una caricia... con una palabra dulce... y eso lo podemos hacer fácilmente y no tiene que ser comprometido ni tan difícil... no debiera costar tanto, es una lástima...

Pregunta: Escribe “La frágil ternura y el invasivo desamor” ¿Es más fuerte ese desamor... para que sobreviva la ternura tenemos que poner más de nosotros mismos?

Jaime Rodríguez Sacristán: Sin duda. El desamor tiene mucha fuerza, porque estimula aspectos y partes de nuestra persona que no son precisamente los más aconsejables, que llevan incluido el odio, la indiferencia, el alejamiento, la frialdad... a veces hasta comportamientos cómo no, violentos... lo vemos a diario... con la misma violencia de género... probablemente, en personas que en un momento dado, han sentido ternura... y después la ternura se convierte en antiternura, es decir, en desamor...

Pregunta: También escribe que conocer el camino que lleva desde la ternura al desamor es uno de los objetivos de este libro... ¿Qué provoca que una persona que ha vivido la ternura, que la ha sentido, que incluso ha sabido expresarla, llegue a la antiternura?

Jaime Rodríguez Sacristán: Se llega al desamor por muchas vías, por muchos caminos. Muchas veces por torpeza personal... al decir “torpeza” no quiero decir “mayor o menor inteligencia” ni mucho menos, porque personas con baja inteligencia pueden ser capaces de una inmensa ternura, sino, gente a lo mejor “muy inteligente” famosos, ricos, conocidos, profesionales que han triunfado en numerosos ámbitos, es muy torpe en las relaciones personales... eso es curioso, cómo nos equivocamos entre otras cosas, en no saber que aquello que en un momento dado dijo San Juan de la Cruz, tan bello y tan real, “pon amor donde no hay amor y hallarás amor”... eso que parece una frase cursi, es absolutamente cierta y es profundamente real y hasta psicológica, hay parte de no saber en un momento dado cuando se recibe un comportamiento negativo, no hay porqué responder con otro comportamiento negativo... son muchos aspectos que hacen que seamos tan torpes en las relaciones personales... una verdadera lástima.

Pregunta: Hemos hablado del camino de la ternura al desamor, pero ¿Puede existir, es más complicado el camino de una persona que quizá en la infancia ha recibido la ternura necesaria, que no le han enseñado a expresarla, que con el paso del tiempo quizá aprenda a expresarla, rompa esa pared, ese muro...?

Jaime Rodríguez Sacristán: Sí, la verdad es que efectivamente a querer y a ser querido se aprende en los primeros años de vida, en la infancia y en la adolescencia... y el haber sido querido por su entorno, los padres, la gente con la que ha convivido, haber aprendido a querer en un momento dado es esencial y después dependerá de la suerte y muchas veces hasta del azar y del destino de quién te toque enfrente, es decir, si una persona se va a encontrar con alguien sereno, con cierta tranquilidad y que no va a reaccionar inmediatamente, con comportamientos negativos o agresivos, a otra que en caso contrario vaya con cierta serenidad... que no es tan difícil ni tan complicado o al menos no debiera serlo... La verdad es que muchas veces no sabemos manejar las situaciones, nos dejamos llevar e influir por nuestro orgullo... esa palabra tan peligrosa, cuando se posee... yo es que a mí no me dice nadie... pero si lo que estás deseando es querer y ser querido... y no tanto defenderte... no hay por qué defenderse tanto... sino al contrario “quiere y serás querido”... eso seguro... aunque desgraciadamente lo que vivamos a diario es el desamor creciente entre las personas, sobre todo en las parejas... qué absurdas situaciones se crean en las parejas por no saber esperar un poquito... no responder de manera inmediata y muchas veces con ofensas y con palabras... qué cuidado hay que tener con las palabras... con lo que se dice, sobre todo si es negativo y qué fuerza hay que darle a la palabra afectuosa... cordial... y a la caricia... y al acercamiento que es lo que la gente necesita... y el que diga lo contrario es que no... o no ha querido nunca o no ha sido querido nunca...

Pregunta: ¿Es posible no haber querido nunca?

Jaime Rodríguez Sacristán: Hay algunas personas... eso va ya camino, casi, de la patología y de la psiquiatría, de lo que se llama, un término muy curioso, alexitimia... que es la falta de lectura de los sentimientos, es decir, no saber entender el lenguaje de los sentimientos, el lenguaje de la palabra, del gesto, y hay gente que seguramente, es muy fuerte, pero es así, no ha querido nunca y no se habrá querido nunca... y eso es gente que no sabe querer... eso se da incluso de una manera radical y desde luego muy frecuentemente, la mayoría de las personas, apenas saben querer...

Pregunta: La mayoría de las personas no saben querer...

Jaime Rodríguez Sacristán: Desgraciadamente hay una mayoría de personas, subrayando la palabra mayoría, que no saben querer, así se explica que el cincuenta por ciento de las parejas se rompan y se separen y un veinte por ciento más no se rompen socialmente pero está casi rota, de persona a persona... ya vamos por un setenta por ciento... nos queda sólo un treinta por ciento... de los que, entendimiento de verdad... y una comprensión profunda respetuosa plena... no supera el diez por ciento, no quiero con esto mostrar pesimismo, ni mucho menos, es una opinión personal basada en mi experiencia diaria... como psiquiatra y persona que vive en medio de los problemas de las personas...

Pregunta: ¿El miedo juega algún papel en este “no saber querer”?

Jaime Rodríguez Sacristán: Sí, es el miedo a que si uno expresa ternura o sentimientos afectuosos la respuesta no sea la misma y no sea entendida... y eso es muy corriente... y esto también es una lástima... porque muchas personas saben querer, podrían querer pero les cuesta mucho expresarlo por este miedo a recibir una respuesta negativa... hay que perder el miedo a expresar sentimientos, a expresarlos por otro lado con sentido común... no hay que ir por la calle diciendo a todo el mundo “te quiero” pero sí cuando hay un bueno momento y está uno frente a frente... frente a una persona, mostrarle afecto, simpatía, es muy natural, muy simple... cordial... y afectuoso... por qué no, si es lo que la gente necesita... lo necesitamos...

Pregunta: Se suele decir que si uno no tiene amor en sí, no puede darlo, con lo que quizá el primer paso es querernos a nosotros mismos... ¿Puede ser que nos han educado mal, que nos han dicho que si nos queremos somos egoístas y eso es malo?

Jaime Rodríguez Sacristán: Sí, eso es verdad, nos han enseñado a ser egoístas, pero al mismo tiempo nos han sembrado la duda con respecto a nosotros mismos... tenemos mucha dificultad para aceptarnos a nosotros mismos, increíblemente, porque una persona egoísta parece que tendría que reconocerse muy bien a sí mismo, pero no es así, hay muchos conflictos de los que alguien hace ya muchos años, dijo que toda persona es portadora durante muchos años, sobre todo en los años infantiles, de un cierto sentimiento de inferioridad, de un complejo de inferioridad, que tiene que irse superando, y eso es verdad, la gente, cuando reacciona tan mal, muchas veces es porque dice en el fondo, y no quiere aceptarlo, pero si yo sé que en el fondo es verdad lo que están diciendo... y ahí hay un conflicto, curiosísimo, desde el punto de vista psicológico, es de una enorme importancia para que uno sea capaz de expresar y perder el miedo a expresar afecto... el cual repito, y es poco repetirlo, están tan necesitados los demás y nosotros mismos...

Pregunta: También es importante reconocer esa necesidad de afecto... reconocer ese temor... reconocer esa torpeza...

Jaime Rodríguez Sacristán: Sí, y no es fácil... porque ya lo decía la Biblia, vemos la paja en el ojo ajeno pero la viga en el nuestro no la vemos... efectivamente... y es cierto... estamos criticando el ojo ajeno... pues mira, no te digo que busques la viga en el ojo ajeno, porque hay que ser crítico con uno mismo y con los demás, pero no hipercrítico.... no hay que estar con la escopeta cargada, no hay que estar siempre en disposición de ataque... no hay que ver más que lo que uno quiere ver y desde luego de una manera, eso debieran enseñárnoslo, los colegios debieran decirlo... pero no lo dicen, enseñan muchas matemáticas, mucho inglés, pero para qué... para que expresemos mejor o peor... para que expresemos nuestra aversión, odio, desprecio... eso es peligroso...

Pregunta: Ahora que hablaba de la educación, quizá en esa educación debiera incluirse alguna asignatura que abordase el mundo de las emociones...

Jaime Rodríguez Sacristán: Claro... pero no tanto que fuera una psicología de las emociones, que hay que aprenderse... sino, que el profesor sepa transmitir, sepa enseñar de verdad el sentido más noble de educar, que es conducir... como se sabe... la etimología es llevar... pedagogía como se sabe es eso... es el que lleva al niño cogido de la mano; pedagogo en Grecia era esto, el que lleva al niño de la mano es el que le tiene que transmitir muchas cosas y esa pedagogía desgraciadamente no existe... pedimos que sepan tantas tantas cosas que no le van a servir para nada y no insistimos, y no se enseña de verdad a transmitir esas situaciones personales que muchas veces desgraciadamente el propio profesor no tiene resuelto en sí mismo... eso es parte del asunto...

Pregunta: Me gusta especialmente de este libro la parte de la poesía... la ternura es torpe hablando, escribe... y se refiere a Gabriela Mistral, a Rosalía de Castro, a Rilke... Quizá la poesía es el género donde habita la ternura en el término más auténtico de la palabra...

Jaime Rodríguez Sacristán: Sí, desde luego. Es curioso porque es donde hay más ternura y donde se expresa mayor ternura, y todas las situaciones conflictivas que el poeta que tanto vive por sus sentimientos y que sufre tanta angustia por ese sentimiento, por no querer y ser querido y por no recibir los comportamientos tiernos, los cuales clama en su poesía, es bueno acostumbrarse a leer o a escribir por qué no o a enseñar poesía escrita por uno, porque conozco a tantas y tantas personas que escriben poesía y no la enseñan y no lo sabe nadie... y es una lástima, “enséñalo si los demás están deseando que les hables en ese tono afectuoso y directo, poético y acercador...” hay que perder el miedo a eso... dentro naturalmente del sentido común y de lo que son las relaciones habituales entre las personas, pero con precaución pero perder todo el miedo a expresarlas...

Pregunta: También escribe “nada más profundo que la piel”... “la sonrisa como comunicadora de ternuras”... “la posibilidad de matar con una mirada”...

Jaime Rodríguez Sacristán: Es verdad, la sonrisa y la mirada son las dos formas en las que la palabra se hace innecesaria... para expresar eso mismo... porque la palabra puede ser bellísima, cómo no, cómo voy a negar las posibilidades infinitas de la palabra... las posibilidades infinitas... pero desde luego muchas veces puede engañarse, pueden equivocar y pueden falsearse más fácilmente que la mirada y la sonrisa... la mirada no engaña... la sonrisa tampoco pero puede falsearse un poquitín... aunque falsear la sonrisa y la mirada al mismo tiempo... un comportamiento global de acercamiento ya es más difícil... esas formas de comunicación no verbal, es decir, sin palabras y sobre todo una mirada afectuosa, es el primer paso que es lo que la gente espera... y repito, y lo que todo el mundo necesita... que nos miren con afecto... y con ternura... y perder el miedo a eso...

Pregunta: Es catedrático de la Universidad de Sevilla, ha escrito 21 libros “El sentimiento de soledad”, “Los vacíos interiores”, “El olvido y los recuerdos ocultos”, ha ahondado en poetas como Luis Cernuda... ¿Le falta humanidad a este mundo?

Jaime Rodríguez Sacristán: Sí, le falta mucha humanidad, le falta querer entender a las otras personas, entendiendo por humanidad aceptar al hombre y a la mujer y al niño... a la persona al fin, con las que trabajamos que son objeto de nuestro trabajo y objeto a su vez... tener un sentido mucho más humanístico y mucho más acercador, en definitiva... querer más a la persona, a cualquier persona... si es lo que la gente espera, así que adelante con ello...

Pregunta: ¿Qué podemos hacer para recuperar esa humanidad, para saber ver, no sólo mirar?

Jaime Rodríguez Sacristán: Desprendernos de un sentido torpemente egoísta, desprendernos de querer llevar razón en todo, de no ponernos en el lugar de los demás, porque si en una discusión nos cambiáramos el sitio, dos personas discuten e hicieran una parada simplemente y dijeran “me voy poner en tu lugar, me voy a meter dentro de ti y tú te vas a poner en mi lugar dentro de mí” simplemente haciendo eso, metiéndonos en el interior del otro y eso lo podemos hacer siempre que queramos, siempre que nos metamos en el interior y eso no es tan complicado... pensar en lo que el otro está diciendo y en por qué lo está diciendo... y eso no es tan difícil, pero claro hay que tener la decisión de hacerlo... decir “lo voy a hacer todos los días con alguien”... y desde luego, ocasiones no nos van a faltar, en todo momento... y no ser más o buenos, tener un poquitito de sentido común y de conocer la realidad... en fin, y llegar a entender a los demás, a procurar entender a los demás...

Pregunta: Sí, el sentido común que es el menos común de los sentidos...


Jaime Rodríguez Sacristán: Efectivamente... es lo que nos falta, en estas cosas tan importantes... querer y ser querido... porque todo lo que se diga de repetir otra vez, que querer es cuidar al otro con interés, es la etimología de la palabra querer... viene del sánscrito de “cuaero” que es querer, cuidar, curar... que es lo que debe hacer el médico afectuosamente... eso es el sentido de lo que debe hacer el médico y lo que debemos hacer con nuestros hijos que es cuidarlos que es la misma palabra, cuidar y querer, es lo mismo... y nos hemos olvidado de esto... nos cuidamos mucho, vamos a muchos “spas” a muchos sitios de diversión... y yo no estoy en contra de esto, quién ha dicho lo contrario... no hay que llorar... pero cuidado, eso no debe ser sólo eso... hay que cuidar a los que tenemos cerca, atenderlos y desde luego si uno pone cuido en las personas, la respuesta siempre será positiva en un tanto por ciento absolutamente alto y si algunas veces falla, tampoco pasa nada....

Pregunta: Somos seres humanos, tenemos que equivocarnos...

Jaime Rodríguez Sacristán: Naturalmente... que nos perdonen a nosotros... y que a nosotros nos perdonen también... no estoy diciendo algo que yo haya inventado... lo dijo la biblia, en el cristianismo, en las religiones orientales... que son tan respetuosas con las personas... eso está en la base de la espiritualidad... y de aquellas maneras de entender la vida... de entender a los demás... de vivir juntos... vivir conjuntamente emociones con los otros... Esto no tiene fin... es una lástima que perdamos tanto la posibilidad de ser queridos por otros y de a su vez nosotros querer a los demás... no hace falta ser santo, basta con ser un poquito afectuoso con los demás...

Sofía Basalo.

domingo, 24 de enero de 2010

... ÁNGEL PARDO. (Febrero 2009)



Últimamente escuchamos que el teatro está viviendo una época dorada en cuanto a público se refiere, buena muestra de ello la encontramos en el Teatro de la Latina, donde desde hace casi seis meses está triunfando la comedia escrita por Juan Luis Iborra y Antonio Albert “Mentiras, incienso y mirra” que interpretan Jordi Rebellón, Jesús Cabrero, Elisa Matilla y Ángel Pardo, entre otros. Unos amigos se reúnen todos los años, la noche de reyes, en la casa de uno de ellos para mantener una amistad que está sustentada en las mentiras... mentiras piadosas o imperdonables... mentiras inocentes o pretendidamente dolosas...
Hemos hablado con Ángel Pardo, a la postre finalista para el Premio Unión de Actores en la sección teatral, como actor de reparto por su personaje en esta comedia, quien habrá de enfrentarse con Julián Villagrán por “La taberna fantástica” y César Sánchez por “Carnaval”.
Hemos hablado con Ángel Pardo, quien también se encuentra haciendo doblete esta temporada, pues todas las tardes lo vemos en “Amar en tiempos revueltos” dando vida a Simón... el tercero en discordia en el matrimonio formado por Carmen y Pascual. Éste ha sido el resultado:

Pregunta: ¿Qué resulta más duro que nadie te haya querido nunca o que tú mismo, nunca hayas querido a nadie?

Ángel Pardo: Yo creo que lo más duro es no querer a nadie. No experimentar el sentimiento del amor, también es muy duro que nadie te haya querido nunca, pero no experimentar el sentimiento del amor, creo que es pasar por la vida perdiéndotelo todo...

Pregunta: ¿Por qué crees que mentimos?


Ángel Pardo: Creo que hay mentiras que hay que hacerlas, son mentiras piadosas, que vienen muy bien porque sino, seríamos tan directos como son los críos de pequeños y para eso los educamos, para que no sean tan directísimos... y creo que hay muchas que están bien... luego hay otras mentiras, otro tipo, que destruyen, incluso a la humanidad y por dinero se hacen guerras... y se les da otro nombre... se dice “bueno, esto se hace por... otra cosa...” esas mentiras son las que hay que abolir.

Pregunta: ¿Cuál es la línea que separa las mentiras, digamos, lícitas de las que no lo son?

Ángel Pardo: Creo que la mentira piadosa es algo cuyo objeto no es del todo malo y sin embargo puede recibirse fatal, con lo que decides “mejor no contarlo”... y dónde está la línea... creo que cada uno debemos tener nuestra medida, dónde está esa línea divisoria entre la mentira horrible y la piadosa...

Pregunta: Y por tanto cada uno tenemos un baremo diferente...

Ángel Pardo: Claro...

Pregunta: Pero entonces estamos como al principio... ¿y si la mentira que yo creo piadosa alguien la estima imperdonable?

Ángel Pardo: Hombre... yo hablo de las mentiras que les haces a las personas que quieres de verdad... entonces, creo que antes hay unas conversaciones previas, con tu chica, con tu hijo, con tus amigos... entonces creo que cuando hay daño de por medio, si ha habido una incomunicación total, nunca sabrás dónde están las líneas, pero yo dejo muy claras las bases, por ejemplo con mi mujer, con mi hijo, con mis amigos, con mi hermano... lo tenemos muy claro... con lo que cosas que nos pueden molestar para qué decirlas... pero sabemos de qué estamos hablando...

Pregunta: ¿Es quizá más complicado sostener una amistad sobre la verdad que sobre una serie de mentiras?

Ángel Pardo: Sobre la verdad absoluta creo que es muy complicado todo... sí...

Pregunta: ¿Es más complicado todo porque quizá en el fondo el ser humano es un poco cobarde?

Ángel Pardo: Yo creo que en el fondo sí... pero también por la educación... nos hacemos adultos también porque nos educamos y entonces, yo puedo hablar de un amigo íntimo con otro y... todos lo hacemos... hablamos de los otros... y yo no le voy a ir contando “oye que ayer estuve con “fulanito” que es amigo tuyo también y te puso fatal”... esas cosas hay que obviarlas...

Pregunta: Sí, pero el silencio no es lo mismo que una mentira...


Ángel Pardo: Es cierto, pero si ya te preguntan dos veces, entonces ya tienes que mentir o decir la verdad... pero callar, no contar, no es lo mismo que mentir...

Pregunta: Hablamos de mentiras... porque éstas son un ingrediente de la obra de teatro “Mentiras, incienso y mirra”. ¿Una obra condenada al éxito?


Ángel Pardo: Pues... Dios te oiga... porque aparte de actor soy uno de los empresarios y no nos podemos quejar porque todos los bolos que hemos hecho hasta ahora, que son ochenta más o menos por toda España, se han ido llenando los teatros, aquí está funcionando magníficamente... entonces ojalá que la condena y todas las condenas sean como ésta, un éxito.

Pregunta: Comentas que eres uno de los empresarios productores de esta propuesta... hay que ser muy valiente para, en estos tiempos, arriesgarse...

Ángel Pardo: Hombre, primero hay que confiar, cuando llevas mucho tiempo en la profesión, más o menos ves que una cosa puede o no puede funcionar, entonces te arriesgas. Esta función está hecha entre amigos, la coproducimos entre amigos, está escrita por un amigo que también coproduce, Juan Luis Iborra y también Antonio Albert, que también es coautor... entonces está todo hecho para amigos y con amigos... entonces, así sí se puede uno arriesgar... yo creo que ahí sí que no nos hemos mentido ninguno... y hemos dicho vamos a por todas y a pasárnoslo bien... yo creo que eso se traspasa al patio de butacas y la gente es lo que dice “jo, os lo pasáis tan bien que como para no pasarlo bien nosotros ¿no?”...

Pregunta: ¿Crees en los Reyes Magos?


Ángel Pardo: Hace mucho que no...

Pregunta: Pero al fin y al cabo, en esta obra Los Reyes Magos son la ilusión...


Ángel Pardo: sí... son unos amigos que se juntan, precisamente, la noche de reyes y cada uno está muy ocupado y para verse todos los años y no dejar esa amistad se juntan y se hacen regalos... y se ha buscado esa fecha porque Juan Luis Iborra lo hace en su casa y se ha buscado esa fecha porque se está hablando de la pérdida de la ilusión... somos personajes que tienen entre 35 y 45 años... y ya se está acercando una edad en la que las ilusiones se van perdiendo... la gente adulta... y estamos hablando de esa magia perdida...

Pregunta: ¿Por qué se pierde la magia?

Ángel Pardo: Creo que es la edad... la edad tiene la culpa de todo... Perdemos la fuerza física... pues cómo no vamos a perder la magia... Yo ahora tengo un niño de 12 años, le veo todas las ilusiones, todo lo que él cree que no se lo puedes destruir... y te ves reflejado y dices “joder, yo era así”... Ya he vivido una serie de cosas que me dicen que no es así... y todavía, personalmente, sigo buscando, sigo ilusionado y hago las cosas muy visceralmente aún...

Pregunta: Me ha parecido bonito lo que hacéis con el reloj. Al final de la función, parece que manejáis el tiempo, volvéis hacia el momento en el que todo puede ser posible en esa noche... Si realmente pudiésemos manejar el tiempo, ¿hacia qué época volverías, qué querrías recuperar?


Ángel Pardo: Siempre digo, no porque me pasaran cosas maravillosas ¿eh?, pero siempre digo que me habría quedado estancado entre los 27 y los 35 años, donde creo que ya cualquier persona que se haya puesto las antenas, tiene una sabiduría, un saber estar y encima tiene toda la potencia del mundo para emprender cosas, no sólo física, sino mentalmente... y creo que es una edad maravillosa... pero bueno nadie se puede quedar donde quiere... ojalá pudiera darle a las manillas para volver de vez en cuando...

Pregunta: El teatro está viviendo una época dorada, en cuanto a público se refiere, lo has comentado... ¿también lo es interiormente; calidad de espectáculos, intérpretes...?

Ángel Pardo: Sí, es cierto, estamos en un momento estupendo. Está saliendo una cantera de gente joven maravillosa, con unos talentazos... y lo están demostrando en lo que hacen, en cualquier medio, cine, televisión, teatro... a ese nivel me parece que estamos con una calidad interpretativa que no nos hace sombra nadie, en Europa y en el mundo... y en cuanto a la crisis... ahora mismo el cine es el que está sufriendo una crisis importante, nosotros decimos que el teatro tiene una cosa que es estupenda y es que nunca va a tener top manta... entonces, si quieres ver un espectáculo en vivo, vas a tener que ir a un teatro, nunca lo vas a poder ver en casa... y cuando hay una comedia que funciona, como ésta u otras muchas, se ve que los teatros se llenan y ya te digo, que no sólo pasa en el Teatro de La Latina... yo ya te digo, no he notado la crisis desde que estamos en Madrid, la verdad... Por supuesto que hay crisis, pero si la gente ve algo que le gusta, compra la entrada y acude al teatro.

Pregunta: Ahora mismo estás compatibilizando esta obra de teatro con la televisión. Interpretas a Simón en “Amar en tiempos revueltos” ¿Es bueno echar la vista atrás, es bueno ejercer la memoria?

Ángel Pardo: Yo creo que sí, ¿por qué vamos a olvidar? A todos nos gusta saber quién ha sido nuestro abuelo y si nuestro abuelo nos ha contado cosas de nuestro bisabuelo y tatarabuelo... a todo el mundo le gusta... creo que las raíces están y hay que saber, sino en los colegios nunca estudiarían historia... ¿qué sería del ser humano si no supiera que ha habido hombre de Neardental, Cromagnon, o el mismo Cid Campeador...? Ahora estamos en los cincuenta, en la serie... y creo que sí que es muy bueno recordar y de hecho, creo que tiene tanta audiencia, también incluyo a “Cuéntame” que tienen tanto éxito porque la gente se acuerda de aquellos tiempos... a mí la gente que me para por la calle, está encantadísima y me dice “joder, es que a mi madre le pasaba lo mismo y yo he vivido esto...” Sí creo que es bueno... hay que mirar atrás sin odios, pero sí es bueno, claro que sí.

Pregunta: Tu personaje es Simón, ya lo hemos dicho. Una persona idealista, al que le duele mucho venderse... ¿Es difícil no venderse?


Ángel Pardo: Sí, pero fíjate hasta Simón termina vendiéndose... yo creo que es un poco difícil en la vorágine en la que estamos metidos en las grandes ciudades donde tienes que comer por necesidad y si no haces una determinada cosa quizá no tienes opción a hacer otra cosa... Quizá es fácil venderse cuando tienes muchas ofertas en tu trabajo y eliges la que menos crees que supone venderte...

Pregunta: Tu presente y futuro próximos, supongo que pasan por “Mentiras, incienso y mirra” y “Amar en tiempos revueltos” ¿no?


Ángel Pardo: Ahora mismo te puedo contar que tengo todo mi tiempo ocupado, porque además “Amar en tiempos revueltos” al ser un diario hay muchísimo que estudiar y se trabaja mucho... de momento me volvería loco si pensara en otro proyecto... no quiero decir, si de pronto sale... lo que decimos siempre “si viene Spielberg” ya veríamos lo que tendría que dejar ¿no?... pero de momento estoy saturado con las dos cosas... mira acabo de llegar hace un momento, media hora del plató (son las seis y veinte de la tarde) y hoy tengo dos funciones... y mañana me levantaré por la mañana y me pondré a estudiar lo de la semana que viene (además es viernes)...

Pregunta: Has dicho anteriormente que no crees en los Reyes Magos. Imaginemos que existen ¿qué les pedirías?

Ángel Pardo: Ojalá... yo les pediría lo que quizá todo el mundo piensa... un poquito más de igualdad, un poquito de paz y... sobre todo, tolerancia entre la gente... pero eso creyendo en los Reyes Magos... como no creo... considero que es muy difícil todo eso que “les” pido... son muchos años viendo que la historia se repite y que esto no llega...

Pregunta: Les pedirías un poquito más de igualdad... ¿Estamos preparados para esa igualdad, para el reparto de las riquezas...?

Ángel Pardo: No digo que todos seamos iguales y que todos cobremos lo mismo... pero un poquito sí... tres cuartas partes del planeta no pueden estar muriéndose de hambre... y entre tres o cuatro tener todo el capital del planeta... me parece muy muy injusto. No sé si está preparado o no, quizá sea tan idealista como mi personaje Simón, pero a mí me encantaría que pasara... ya sé que no pasa...

Pregunta: Quizá los intereses que existen son demasiado grandes...


Ángel Pardo: Claro que sí... el que tiene poder y dinero se aferra... no sólo se aferra a lo que tiene, sino que quiere tener el doble siempre... y si puede, el cuádruple... y siempre más y más... esto es así...

Pregunta: ¿Crees que será “así” por mucho tiempo... nada podrá cambiarlo...?

Ángel Pardo: Yo creo que va a ser así durante mucho tiempo... Nada podrá cambiarlo y además son muchos... como decía el poeta: “Quién no lee cien siglos de la historia y no la cierra”... porque se repite, se repite y se sigue repitiendo... pero bueno, los idealismos están bien, porque no haces mal a nadie con ellos y por lo menos... piensas “Si esto cambiara y pudiéramos vivir de otra manera...”

Pregunta: No es cierto pues que hoy en día no hay idealismos o ideologías...


Ángel Pardo: Yo creo que... no sé, es que la generación que a mí me tocó vivir, fue muy idealista... yo soy del 57, entonces viví una etapa del franquismo queríamos ser como los europeos y queríamos cambiar el mundo... entonces aquí todo llegó tarde, llegó tarde todas las modas, Bob Dylan, Los Beatles... iban llegando con cuentagotas y entonces, nosotros queríamos ser así y cambiar el mundo... Ahora mismo creo que hay una falta de idealismo sobre todo en la gente joven... no digo toda ¿eh? Porque hay pequeños sectores que no son así, pero en mi época creo que fue mucha gente la que quiso cambiar el mundo, la que quiso que todo fuera diferente... no sé ahora, como que están mucho más entretenidos con “qué marca de zapatillas llevas” y “qué moto te vas a comprar”... creo que el consumismo ha invadido de una forma bestial al ser humano y no sé...

Pregunta: ¿Estamos adormecidos quizá, nos hemos acomodado?

Ángel Pardo: Yo creo que sí, y entonces quien nunca se debe acomodar es un chavalito joven que no tiene una responsabilidad monetaria... que encima vive con su padre... la juventud está para intentar comérselo todo... pero bueno, son los tiempos que nos ha tocado vivir y también un poquito lo que les hemos dejado en bandeja... no todas las generaciones van a ser iguales... Ya volverá otro idealista... siempre hay generación y contrageneración...

Pregunta: ¿Crees que tardará mucho en llegar esa “contrageneración”?

Ángel Pardo: Creo que mis nietos... si los veo... suele ser así... hay unas generaciones más tranquilas y luego viene el hijo diciendo: “Porque vosotros no habéis hecho nada” y ya cambia la cosa y luego vienen los hijos y dicen: “De qué te ha servido luchar si mira, estás en la mierda”... creo que por ahí, nuestros nietos... más o menos...

Pregunta: Sí serán aquellos que sepan valorar lo importante que fue luchar aunque sigamos estando en la mierda ¿no?


Ángel Pardo: Sí, yo creo que lo que vale es intentarlo, ya sabemos que cuando te enamoras, sabes que el amor al final va a caer, van a quedar otras cosas y aún así te enamoras ¿no?... cuando te has enamorado varias veces, conoces los procesos del amor y sigues hacia delante... porque en el fondo sabes que esto es buenísimo... hay que intentarlo, siempre hay que intentarlo...

Sofía Basalo.

viernes, 8 de enero de 2010

... RAMÓN LANGA (Febrero 2009)



Es la primera vez que Ramón Langa comparte escenario con Jaime Blanch, y el encuentro está siendo un rotundo éxito. La voz de Bruce Willis da vida al “Hombre de negro” un asesino a sueldo que en el momento de realizar su misión, conoce al Señor Pignon (Jaime Blanch). A partir de ahí comienza la excelente comedia de Francis Weber que podemos ver actualmente en el Teatro Príncipe Gran Vía. Hemos hablado de ella con Ramón Langa:

Pregunta: Creo que es la primera vez que trabaja con Jaime Blanch y lo hace por partida doble. Es su director y también compañero de escenario...


Ramón Langa: Sí es la primera vez que trabajo con Jaime Blanch en teatro y en cualquier otra cosa, nunca había trabajado con él. La experiencia ha sido muy gratificante y creo que para él también. Estamos muy contentos, el uno con el otro. Como hemos estado durante el pasado año haciendo la gira, esto se ha convertido casi en un matrimonio ¿verdad?... pareja artística ya somos (risas)...

Pregunta: ¿Cómo apareció en su “agenda” “Aquí un amigo” y cuáles han sido los avatares de esta aventura?

Ramón Langa: ¿Avatares? Los habituales aunque dificultad en construir el personaje y en ensayarlo no ha habido ninguna, todo lo contrario... todo han sido facilidades, Jaime, como es un actor veterano y además muy bueno, imagino que lo que ha hecho es dirigirnos como le gustaría que le dirigieran a él... entonces, dificultad no ha habido ninguna, todo han sido facilidades... a la hora de estar en el escenario e interpretar el personaje actuando delante del público una de las cosas que más me costó hacer es una parte en la que me pinchan (al personaje le pinchan) una dosis de anfetamina para quitarle una droga que le habían inyectado anteriormente y entonces éste tiene que hacer unos espasmos muy acusados, porque le da un ataque de nervios... y eso es casi lo más difícil porque me entrego mucho y además es un ejercicio físico importante... es una dificultad que tampoco es una dificultad... porque no hay ninguna dificultad es en tal caso cuando más se sufre sobre el escenario... Aparte, es una función en la que se sufre poco, porque aunque es muy dura, muy dinámica y requiere un gran trabajo físico... con mucho texto, mucha rapidez... no es un trabajo difícil en absoluto y además se muy gratificante porque el público se ríe muchísimo, entonces cuando ocurre esto todo parece maravilloso y vamos, como si dijéramos, una cuarta por encima del suelo... cuando ves que el público está reaccionando bien, lógicamente se olvida el dolor, el sufrimiento, se olvida todo, estás gozando con el público, constantemente... y cómo no aceptar esta obra... te ofrecen compartir cartelera nada menos que con Jaime Blanch, con una obra de un autor de éxito, con un papel maravilloso, con una gira de 100 actuaciones por toda España... luego llega el Teatro Príncipe para hacer temporada hasta junio... era imposible decir No... y además me vino muy bien porque yo estaba en un momento en el que rodaba una peliculita allí... estaba en un momento en el que hacía muchas cosas pero siempre cortitas... una colaboración especial en una serie, un papelito de colaboración en una peli... y estaba un poquito que tenía mucho tiempo libre... algo que en esta profesión no es demasiado bueno... con lo que me llegó en un momento muy bueno y muy oportuno y estoy súper agradecido a Jaime que contase conmigo... y la verdad... es que el personaje me va bastante bien... (risas) El caso es que estoy muy agradecido a Jaime porque ha llegado en un momento muy bueno y además hay una temporada muy buena de teatro en Madrid y estoy disfrutando muchísimo formando parte de toda esta historia teatral.

Pregunta: Bien ha dicho que estamos viviendo una muy buena época teatral en Madrid... No hay crisis, pues, en el teatro...


Ramón Langa: Mira, yo no hablo de crisis... hombre crisis existe, pero siempre ha habido crisis... unas por un lado, otras por otro... siempre hay problemas... siempre hay paro, siempre hay gente en la calle, siempre hay enfermedades, siempre hay recesiones económicas... es decir, como estoy tan convencido de que esto de la crisis así como suena en plan oficial, es una maniobra y una estrategia política y financiera... no es otra cosa la crisis... la crisis es lo que le pasó a los argentinos que se quedaron sin una peseta... eso es una crisis... esto es un juego político y financiero y nada más... porque al final de la crisis ¿quién se beneficia?... a los grandes... los grandes bancos, las grandes empresas, las multinacionales... o sea que lo de la crisis... ni hablo de la crisis... el otro día iba paseando desde el Teatro Príncipe al Teatro Marquina que pasas por un montón de calles... ¡y todos los restaurantes que vi, los vi llenos! Y dije ¡anda, jódete!... o sea, quiero decirte que no hay que hacer caso... porque hay mucha psicosis también... aparte de que habrá crisis, que estamos en un momento económico duro y difícil, pero también hay mucho miedo y eso es lo que hay que evitar... la psicosis, porque esto es... ya sabes que a río revuelto ganancia de pescadores... entonces la gente tiene que mantener la calma, estar tranquila, no gastar el dinero en cosas que no necesita... esa sociedad de consumo tan absurda que tenemos de ¡compre un móvil, cámbielo...! Pero por qué me tengo que cambiar de móvil si el que tengo me funciona fenomenal... es que estamos en una sociedad de locos en la que no hacemos más que gastar y gastar... para nada... eso es lo que tiene que hacer la gente, tener calma y hacer las cosas bien, nada más.

Pregunta: Ha hablado de lo bien que se lleva con Jaime Blanch, director también de esta puesta en escena. En algún medio de comunicación ha comentado que no tiene nada en contra de los directores, aunque en contra de algunos sí. ¿Es complicado encontrar un buen director de teatro?


Ramón Langa: Hay directores muy buenos y también hay directores que no lo son tanto. Lo que ocurre es que yo necesito un buen director cuando actúo tanto en una película como en una obra de teatro, necesito al director... por tanto no tengo nada en contra, lo que tengo es mucho a favor... lo que pasa es que como en todo hay directores buenos y directores malos, directores más hábiles y directores menos hábiles... y también directores torpes... entonces el director sí sabe lo que quiere, hay directores que lo saben más o menos, otros que navegan... creo que el tema está en que el director sepa transmitir al actor lo que quiere, entonces el actor tiene que hacer un proceso y proponer lo que se le ocurra y entonces el director va dirigiendo lo que el actor ha propuesto... pero yo en el fondo estoy muy a favor de los directores, necesito, como actor, a un director para desarrollar mi trabajo... sino, no hago nada... en el caso de Jaime, es un director magnífico porque como él es actor, sabe muy bien cómo dirigir a los actores, porque él sabe cómo le gustaría que le dirigieran a él y creo que así lo ha hecho... Lo ha hecho de una manera muy sencilla muy fácil para que todo vaya creciendo, él ha ido poniendo la semillita, regando esta flor aquí, allá... y ha ido creciendo, creciendo... y en fin lo ha hecho muy bien. Además creo que ha hecho un montaje muy rápido, muy dinámico y divertido donde al público no se le da tiempo a pensar nada y se le hace cortísima la función a todo el mundo, ha habido gente que nos ha dicho incluso que pensaba que el final de la función era el descanso... o sea, que creo que ha hecho una labor estupenda y ha cumplido el objetivo que se perseguía, desde luego.

Pregunta: Algo importante en su carrera es el doblaje y también ha comentado que ya no es lo que era...

Ramón Langa: Sí, es la auténtica verdad. La calidad del doblaje ha disminuido muchísimo desde muchos años hasta ahora. No sé cual es la razón exacta, me imagino que tendrá mucho que ver las prisas, el hacer las cosas deprisa, el abaratar los precios, todo eso lógicamente revierte en la calidad del producto y el doblaje no se hace como antes... el doblaje era muy bueno, muy serio, los directores de doblaje eran gente que sabían muy bien dirigir a los actores, hacían unas adaptaciones absolutamente sublimes y que se estilaba lo que en realidad se tiene que estilar cuando se dobla; que el doblador tiene que mirar a los ojos del actor al que dobla no a la boca; la boca se da por supuesto que ya sabes dónde va y cuándo ha dicho buenos días, el muñeco al que doblas... lo que hay que saber es prescindir de tu voz para imitar una intervención que ya está hecha y eso se ha perdido bastante... se ha perdido bastante por las prisas, por abaratamiento de precios... ha habido muchas huelgas absurdas que han destrozado también la profesión... en fin, el doblaje está muy bien y en España aún se sigue haciendo muy bien, pero no es lo que era, antes era infinitamente mejor.

Pregunta: Quizá como se suele decir en ciertos ámbitos, por ejemplo en el teatro, ¿se ha perdido el respeto a la profesión, todo vale, cualquiera se sube al escenario y cualquiera dobla?

Ramón Langa: Hombre, eso depende de quién. Yo desde luego... yo nunca he dirigido, me parece que es una cosa muy difícil, algún día lo haré, supongo... pero cuando estoy trabajando en el teatro, a mí no me vale lo de “vale todo”... lo que pasa es que hay montajes buenos y montajes malos, como en todas partes... de hecho ahora en Madrid afortunadamente, tenemos una cartelera muy buena, porque se han presentado obras muy buenas, muy bien interpretadas y muy seriamente hechas... o sea, la seriedad no se pierde, lo que pasa es que el que es vago, es vago... y al que le vale todo, le vale todo, pero eso es ahora y siempre... y el que es exigente y se lo curra y se trabaja las cositas, lo sigue haciendo exactamente igual y ahí está la prueba... y quizá por eso el teatro ahora está funcionando muy bien.

Pregunta: Alguna vez ha dicho que de verse obligado a elegir entre cine, doblaje y teatro siempre se quedaría con el teatro...


Ramón Langa: Sí como actor ésa sería mi elección, es lo que más me gusta. El doblaje, de hecho ya lo dejé, lo abandoné hace más de diez años porque me quería volver a dedicar al cine y al teatro y claro, no es compatible... estar todo el día doblando películas y luego hacer cine y teatro... no tienes tiempo... yo ya cumplí mi objetivo en el doblaje, tuve unos diecisiete o dieciocho años maravillosos, donde doblaba todo y fue una época muy buena de mi vida, y bueno, volví a retomar los escenarios y las pantallas y como actor, sí, lo que más me gusta es el teatro... y también el cine...

Pregunta: Sin embargo a Bruce Willis sólo le dobla usted...

Ramón Langa: Sí a Bruce Willis le sigo doblando porque es ya algo simbólico... cuando hace alguna película, me llaman y voy y le doblo encantado de la vida además.

Pregunta: Cree que existe la amistad, es difícil encontrar un amigo verdadero o quizá la mayoría se parecen a ese Sr Pignon...


Ramón Langa: La amistad del Señor Pignon es una caricatura de amistad, aquí ya como dice el leiv motiv de la obra “hay amigos que hubiera sido mucho mejor no haberlos conocido”... porque con todo su cariño, todo su amor y sus buenas intenciones, al final te acaba haciendo polvo... pero bueno, la amistad sí es algo difícil, siempre se dice que los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano... pero eso es una cosa que sabemos desde siempre... se sabe desde los clásicos, filósofos de la antigua Grecia...

Pregunta: Repite mucho “siempre”... como quitando importancia a según qué cosas...

Ramón Langa: Sí, la vida es una sucesión de ciclos... y se repite siempre... hay un ejemplo muy fácil de entender... yo recuerdo, de repente me cuentan un chiste, ahora mismo me cuentan un chiste y yo no lo conocía y me muero de risa “¡qué bueno es el chiste!”... entonces llego y le cuento el chiste a mi madre... y ella me dice “hijo ese chiste me lo contó tu padre hace cuarenta años”... (risas)... la vida es una sucesión de ciclos, todo pasa y todo se repite... lo único es que hay que tratar de que todo vaya mejorándose un poco... pero vamos, creo que somos seres humanos, y somos iguales desde siempre... lo que ocurre es que se supone que se va evolucionando, se va aprendiendo, se va creciendo, se van hermanando los pueblos... bueno, se van hermanando entre comillas... porque otros ya se ve que se están destrozando... o sea que la evolución es también un poco entre comillas... progresamos mucho tecnológicamente pero espiritualmente seguimos en pañales, ahí está la prueba tenemos armas y armas y lo que hacemos es utilizarlas y destruirnos los unos a los otros... tú fíjate el progreso... casi no se ve por ningún lado... siempre es lo mismo...

Pregunta: ¿No hay valores que seguir hoy en día?

Ramón Langa: Yo creo que los valores que priman hoy en día va en las personas... en la época y en las personas... hay valores de hoy en día que hay gente que tiene los mismos valores y los mismos principios y hay otra gente que evoluciona y tiene otras formas de pensar, otras formas de hacer las cosas... yo creo que afortunadamente en eso sí hemos avanzado... de la Santa Inquisición al día de hoy, hemos avanzado bastante afortunadamente, aunque creo que por ahí queda algún resquicio... pero creo que sí, que la gente en general se tolera más, hay más diálogo, hay más permisividad y todo es bueno, aunque también es cierto que eso tiene un peligro y es que se vaya demasiado allá... y la libertad y la permisividad se convierta en un descontrol y en un caos... entonces creo que el punto medio es intentar sujetar las emociones y las cositas, entre otras cosas para ir guardando y teniendo, no se puede soltar todo de golpe... porque sino luego te quedas sin nada...

Sofía Basalo.